La Vanguardia (1ª edición)

Dos equipos de autor

Simeone y Guardiola, métodos diferentes para llegar a la final de Milán

- CARLOS NOVO Madrid

Pocos entrenador­es representa­n modelos de fútbol tan opuestos como los que se verán esta noche las caras en la ida de la segunda semifinal de la Champions entre Atlético de Madrid y Bayern de Munich. Nacidos con sólo algo más de ocho meses de diferencia (el 28 de abril de 1970 el Cholo Simeone y el 18 de enero de 1971, Pep Guardiola), cada uno representa con fidelidad un estilo distinto, ganadores los dos, pero donde en el argentino prima la victoria por encima de cualquier otra considerac­ión en el del catalán ésta sólo puede entenderse como el resultado inevitable del dominio del balón, principio y fin de todo. No hay mayor heredero de una filosofía del juego que nació en Holanda y que personific­ó como nadie Johan Cruyff.

Sólo hay un antecedent­e de ambos como contendien­tes desde los banquillos. El Cholo se hizo con los mandos del Atlético el 23 de diciembre del 2011. Sucedió en el cargo a Goyo Manzano, que en la cuarta jornada de aquella Liga había sufrido un 5-0 en el Camp Nou de la que iba a ser la última de temporada de Guardiola al frente de los azulgrana. En la segunda vuelta, en su primer y hasta ahora único encuentro entre ambos técnicos, ganó el Barcelona 1-2 en el Calderón.

Para entender lo que significa Simeone en el Atlético hay que retrotraer­se a cómo estaba el club en aquella época. Asediado por las deudas con Hacienda, el club retuvo a duras penas a su mejor jugador, Radamel Falcao, que se iría la temporada siguiente, y sólo pudo reforzarse a precio de saldo con el Cata Diaz, Emre y el Cebolla Rodríguez. Sin embargo, entre el Mono Burgos y el Profe Ortega convencier­on al Cholo para repescar a un cedido del Rayo: Diego Costa. Ese verano otro jugador le pidió al Cholo su salida del club: Jorge Resurreció­n, Koke. El Cholo le dijo que confiaba en él y le pidió que esperase al mercado de invierno. Quedaba por recuperar a otro cedido que venía de Osasuna: Raúl García. El Cholo estaba forjando la leyenda de un equipo rocoso, ganador, marrullero, casi siempre al límite del reglamento, donde si hay que tirar un balón al campo para cortar la contra del rival, se tira y punto. “El equipo del pueblo”, como le gusta decir al Cholo. O como decía Luis Aragonés “sólo importa ganar, y ganar y ganar y ganar”. Superada por fin la pesadilla de Luis Enrique, el Atlético tiene ante sí dos retos inimaginab­les: la revancha ante los dos equipos que le quitaron la Champions en los dos últimos minutos más crueles de su historia.

Simeone no se molestó demasiado cuando la prensa alemana le preguntó qué trucos tenía preparado para hoy: “Nuestro único truco es llevar el partido a donde nos conviene y pensar sólo en ganar.” Luego, dejó un mensaje muy guerrero: “Las guerras las ganan los que utilizan mejor a sus soldados”.

Si la labor del Cholo se antoja titánica la de Guardiola es otro trabajo de hércules. Nada menos que igualar al mejor Barça de la historia, y al mejor Bayern (el de Heynckes) y hacerlo ahora o nunca después de dos terribles batacazos en las dos últimas semifinale­s a manos del Madrid y Barcelona. Donde el Cholo quiere gladiadore­s Guardiola prefiere peloteros. En Alemania lo ha ganado todo con el Bayern menos lo que más le pedían y su estilo de toque y control ha sido contestado hasta por viejas glorias del club siempre más propensos a alabar a los Vidal de turno que a los Tiago o Xabi Alonso. Fichado ya por el City para la próxima temporada (otra tremenda paradoja) Guardiola trata de abstraerse de todas las presiones, refugiado en el balón, ese que casi nunca le ha fallado. El técnico catalán alabó ayer el trabajo del Cholo: “Me gusta como juega el Atlético”. Valora sobre todo su personalid­ad: “No sólo defiende bien, es rápido en las contras y tiene estrategia. A donde ha llegado no se llega haciendo sólo unas cositas bien. Su mayor éxito es su regularida­d y que ya le comparen con Barcelona y Madrid”.

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