No fueron los hinchas, fue la policía
Un jurado ha establecido que la tragedia de Hillsborough fue un homicidio involuntario cometido por la policía de Sheffield
La afición del Liverpool ha tenido que esperar 27 años y el paso de ocho gobiernos británicos para que por fin se haga justicia. Un jurado ha determinado, más de un cuarto de siglo después de los acontecimientos, que los 96 muertos de la tragedia de Hillsborough fueron víctimas de un homicidio involuntario, y que por lo menos algunas de ellas habrían sobrevivido de no ser por la negligencia y mala gestión del suceso por parte de la brutal policía de Sheffield.
Pocas veces habían resonado con tanto fervor las notas del You’ll never walk alone como ayer en los tribunales de Warrington, cuando familiares de las víctimas se abrazaron y cantaron con lágrimas en los ojos tras obtener una victoria legal que durante mucho tiempo pareció una batalla perdida, David contra Goliat, unos ciudadanos comunes y corrientes contra todos los poderes fácticos empeñados en silenciar lo que realmente ocurrió aquel maldito 15 de abril de 1989 en una semifinal de Copa entre los reds y el Nottingham Forest en el campo neutral del Sheffield Wednesday.
Ya hace cuatro años, un informe independiente de 450 páginas había establecido la sensacional conclusión de que no sólo la policía había sido parcialmente responsable del suceso por las deficientes medidas de seguridad, sino que se confabuló con el gobierno de Margaret Thatcher para estigmatizar a los muertos y echarles la culpa de lo ocurrido aprovechando que no podían defenderse. En la búsqueda desesperada de cabezas de turco, las autoridades hurgaron en los antecedentes penales en las víctimas y sacaron sangre de los cadáveres para hacer pruebas póstumas de alcoholemia e intentar convencer a la opinión pública de que la culpa la tuvo un grupo de hooligans descontrolados y borrachos. Los testimonios de más de un centenar de testigos fueron manipulados para obstruir el curso de la justicia.
Ahora el jurado de Warrington ha ido un paso más allá y ha declarado la tragedia como un homicidio involuntario por negligencia, lo cual abre la puerta a posibles demandas civiles de indemnización, y a la presentación de cargos criminales contra quien fue jefe de policía de Sheffield y responsable máximo del encubrimiento, David Duckenfield. Para los familiares de las víctimas, lo más importante es que el nombre de sus seres queridos, mancillado por el Estado, haya quedado limpio.
Duckenfield, ya un hombre mayor hace tiempo retirado del cuerpo, se vino abajo durante su testimonio el mes pasado. Después de toda una vida defendiendo una mentira, confesó ante el jurado que él personalmente ordenó la apertura de una puerta de acceso a Hillsborough en vista de que el partido empezaba y había una multitud nerviosa que quería entrar,
ENCUBRIMIENTO Para protegerse, el gobierno Thatcher manchó el nombre de los muertos y dijo que eran borrachos CONSECUENCIAS El que fue jefe de la policía de Yorkshire, David Duckenfield, se enfrenta a posibles cargos criminales
con la consecuencia desafortunada de que se produjo una avalancha. Hasta entonces había sostenido que fueron las masas las que se abrieron paso.
Los hinchas del Liverpool tenían por aquel entonces una pésima reputación, porque cuatro años antes se habían visto implicados en otra tragedia, la del estadio Heysel de Bruselas, y de manera rutinaria destrozaban los trenes en que se desplazaban a los partidos del equipo, provocando el pavor entre los pasajeros. La policía de Yorkshire, por su parte, operaba con una estructura y una disciplina propias del ejército, y había actuado como una fuerza represora en las huelgas de los mineros.
Así como el jurado ha llegado a un veredicto por unanimidad en la mayoría de las cuestiones, la determinación de un homicidio culpable se ha decidido por una mayoría de 7 a 2, en un juicio en que la pregunta clave era si la negligencia policial y de los servicios de emergencia contribuyó a la muerte de por lo menos algunas de las 96 víctimas. La respuesta es que sí, porque las defunciones se produjeron por asfixia, que en por lo menos una treintena de casos habría sido reversible de haber actuado las autoridades de una manera más eficiente.
Aquel día de primavera escrito con sangre en la historia del fútbol inglés, 24.000 hinchas del Liverpool (y otros tantos del Nottingham Forest, más varios miles neutrales) habían acudido a Hillsborough para disfrutar de un maravilloso equipo red que tenía a Kenny Dalglish como gran estrella. Pero lo que se encontraron fue un escenario caótico, con pésimas medidas de seguridad –sobre todo por culpa de la policía, pero también del Sheffield Wednesday–, una respuesta tardía de los servicios médicos, y un resultado muy distinto del que esperaban: la muerte de 96 aficionados, hombres, mujeres y niños, ahogados unos en brazos de otros. La justicia ha llegado, pero como casi siempre demasiado tarde. Y sólo porque las familiares se han empeñado.