La Vanguardia (1ª edición)

Por un sí o por un no

- Josep Prats Analista financiero

Durante el primer trimestre del año, los mercados han especulado alrededor de dos grandes temores: la desacelera­ción de la economía china y la caída de los precios del petróleo. China sigue creciendo al 6,7%, según las estadístic­as oficiales. De enero a marzo, Volkswagen ha aumentado sus ventas en China un 5%; BMW, un 10%; y Mercedes, un 34%. No son cifras de un país que se hunde. En el último mes, el precio del petróleo ha subido un 50% y puede consolidar­se por encima de los 40 dólares. Ese precio basta para que las petroleras puedan pagar los intereses de su deuda, alejando los fantasmas de crisis bancarias. Las tesis favorables al colapso de las economías emergentes y a la recesión global provocados por una China en decadencia o a nueva gran crisis bancaria por la quiebra de las petroleras, pierden credibilid­ad.

Pero como los pesimistas nunca descansan, en el segundo trimestre del año un nuevo temor tomará el relevo de los dos que se desvanecen. Y no será otro que el Brexit o la posibilida­d de que el Reino Unido decida, por referéndum, abandonar la Unión Europea. No me atrevo a pronostica­r el resultado de la consulta. No sé si los británicos quieren seguir en la UE y, lo que todavía sé menos, es si cuando voten en el referéndum votarán sobre esa cuestión o sobre la idoneidad de Cameron como primer ministro. No puedo evitar recordar nuestro referéndum sobre la OTAN. Y, conviene recordarlo, los partidario­s del no a la Unión Europea, con el alcalde londinense a la cabeza, dicen que lo piden, no para olvidarse de ella, sino para poder negociar un trato mejor.

En cualquier caso, voten lo que voten, el Reino Unido seguirá donde está, en una isla europea. Hay cuatro niveles de compromiso

Si el Reino Unido sigue en la Unión Europea, bien; si se va, no hay problema porque, de una forma u otra, volverá

con la Unión Europea. El primero es el de los países que forman parte del euro. El segundo el de los que quieren ser admitidos en la zona euro pero todavía no son lo bastante ricos, los países que hace apenas 25 años eran comunistas. El tercero, el de los que, pudiendo formar parte del euro, creen ser lo bastante ricos como para no someterse a la moneda única, aunque no lo suficiente como para no ser miembros de la UE. Y el cuarto, los que se creen tan ricos como para no ser miembros de la UE, pero no lo suficiente como para no establecer con ella tratados que determinan gran parte de su política económica. El Reino Unido, como Dinamarca y Suecia, está en el tercer nivel de compromiso. Si decidiera pasar, de verdad, al cuarto, al de Suiza y Noruega, podría ver como su economía, en especial la condición de Londres como capital financiera indiscutib­le de Europa, se resentiría. Sobre este tema versará la campaña. Si siguen, bien. Si se van, de una forma u otra, ya volverán. Las perspectiv­as de ventas y de beneficios de la inmensa mayoría de grandes compañías cotizadas en bolsa no variarán sustancial­mente, por un sí o por un no.

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