¿Cómo ahorrar en casa energía (y dinero) jugando?
El juego 'Energy Game for Awareness of Energy Efficiency in Social Housing Communities' ha sido financiado con 1,9 millones de euros de la Unión Europea
Un juego virtual que permitirá a las familias ahorrar en casa. O, dicho en otros términos, ahorrar energía y dinero jugando en casa. Así de sencillo, al menos en la práctica, es el objetivo de un proyecto europeo diseñado por
expertos del Grup de Recerca i Innovació a la Construcció de la Universitat Politècnica de
Catalunya (UPC), que tiene como objetivo el ahorro energético y también la ayuda a las familias con menos recursos. El juego, creado desde la UPC y que lleva por nombre Energy Game for Awareness of Energy Efficiency in Social Housing Communities, también conocido como EnerGAware, está financiado con 1,9 millones de euros de la Unión Europea dentro del Programa Horizon2020.
Miquel Casals, profesor de la Escola Superior d’Enginyeria Industrial, Aeroespacial i Audiovisual de Terrassa (ESEIAAT), es quien lidera este proyecto. “Es un juego como podrían ser Los Sims. El usuario crece en el juego con una derivada energética”, explica. ¿Cuál es el objetivo de este juego virtual? Muy sencillo. Los destinatarios del juego virtual aprenderán a encontrar el equilibrio entre el consumo energético, las condiciones de confort de su casa y el coste económico de sus acciones. La idea es que los usuarios compitan y compartan experiencias en las redes sociales a través del sistema. “Es un juego que podría definir con dos palabras: concienciador y educativo”, apunta su responsable.
FUNCIONAMIENTO DEL JUEGO
Pongamos un ejemplo de qué es lo que se puede hacer en este juego. Digamos que tenemos
una mascota en casa y que hace calor. ¿Qué hacemos? ¿Cuál es la mejor manera de actuar a nivel energético? ¿Abrimos las ventanas? ¿Paramos la calefacción? “En función de las decisiones que uno adopte irá mejorando en el juego –señala Casals–. Además, los premios que se obtengan se pueden revertir en la mejora energética del hogar con, por ejemplo, la compra de electrodomésticos más eficientes, placas solares…”, puntualiza el creador.
¿Dónde se empezará la prueba piloto? En un primer momento se centrará en cincuenta familias de recursos limitados de la ciudad británica de Plymouth, al sur de Inglaterra, a las que se les intentará inculcar nuevos hábitos que les permitan ahorrar un 15% o más del consumo energético doméstico, especialmente en los capítulos de gas y electricidad.
El proyecto ha sido calificado de transver- sal, por abarcar innovación tecnológica y
sostenibilidad, y, según sus creadores, el juego, que podría aplicarse en otros países, ya ha despertado el interés de grandes compañías comercializadoras de energía.
¿Y servirá de algo? “Ese es el quid de la cuestión”, afirma Casals. Actualmente, el equipo de investigación ha dividido a las familias que participan en dos grupos que viven en residencias de protección oficial. Un grupo juega y el otro no. Se estudian ambos y se extraen las conclusiones pertinentes. Está previsto que los preparativos para que las familias inglesas comiencen a jugar terminen en verano, momento en el que se espera que empiecen a jugar. Los investigadores observarán cautelosamente a ambos grupos durante un año. “Se trata de ver si el juego tiene influencia, y también de comprobar cuáles son las influencias externas”, señala Casals. El responsable del proyecto destaca que
uno de los principales escollos que han encontrado a lo largo del camino para poder desarrollar el juego ha sido la reticencia de muchas familias a ser monitorizadas. “No todo el mundo admite que le instalen tal o cual aparato en
su domicilio: es lo que sucede cuando sales del laboratorio”, bromea.
Casals califica el proyecto de “poco intervencionista”. Simplemente, se trata de descargarse el juego en el smartphone y empezar a jugar. “Lo que ocurra, únicamente sucederá en el juego, aunque, en un principio, se utilizarán valores reales de consumo”, afirma. Casals destaca que uno de los méritos que tiene el proyecto es que no se trata de ingeniería pura, sino que cuenta con una “vertiente social” que amplía el valor del trabajo que están realizando.
El equipo de investigación ha dividido a las familias que participan en dos grupos que viven en residencias de protección oficial: un grupo juega y el otro no. Se estudian ambos y se extraen las conclusiones pertinentes