La Vanguardia (1ª edición)

Mercedes, por delante

El alemán de Mercedes enlaza su cuarta victoria y llegará más líder al Circuit, con 43 puntos sobre Hamilton

- TONI LÓPEZ JORDÀ Barcelona

Después de lo visto en Sochi, escenario donde Nico Rosberg se cobra su cuarta victoria consecutiv­a con autoridad, mucho tendrían que torcerse las cosas en lo que queda de campeonato para que el piloto alemán no acabe coronándos­e rey del automovili­smo en otoño.

Barcelona podrá saludar del 13 al 15 de mayo al futuro nuevo campeón del mundo de F-1. Atrevido, pero realista vaticinio.

Si nada se tuerce en la eternidad de campeonato que queda –17 carreras, 425 puntos en juego–, Nico Rosberg debería acabar coronándos­e rey del automovili­smo en otoño. Su cuarta victoria consecutiv­a, ayer en Sochi, es prácticame­nte una garantía de éxito: nunca en las 66 ediciones del Mundial de F-1 un piloto que amasó 4 o más victorias en las primeras carreras perdió el título. Lo vivieron Michael Schumacher (4 en 1994 y 5 en el 2004), Nigel Mansell (5 en 1992) y Ayrton Senna (4 en 1991), fallecido tal día como ayer hace 22 años.

Nada hace pensar que con Rosberg vaya a torcerse la historia. La autoridad del piloto alemán en este comienzo de temporada, como la de Lewis Hamilton en el 2015, está siendo incontesta­ble, de la mano de un Mercedes que vuela cuando arranca desde la pole. Que es casi siempre (sólo una posición preferente cedió en toda la temporada pasada). Llegando en cabeza al primer ángulo, Nico se ahorra un montón de problemas por detrás, líos monumental­es como el de ayer en Sochi. Sin nadie delante, con aire limpio para optimizar la aerodinámi­ca y el rendimient­o de su motor, el alemán sólo tiene que preocupars­e de almacenar segundos de seguridad, por lo que pueda pasar, y gestionar la renta y el desgaste de los neumáticos a su antojo.

Así construyó Rosberg sus victorias en Australia, en Bahréin (en ambas, con la ayuda inestimabl­e de Hamilton en la salida), en China y ayer en Rusia. Y si logra la pole en Montmeló, pueden apostar por ello. Porque este año, las averías, toques, desdichas, mala suerte, o como lo quieran llamar, parecen reservados para su vecino inglés. Al menos en Sochi el tricampeón pudo salvar los muebles con un segundo puesto logrado con tinte de épica, desde el 10.º de la parrilla.

A Lewis esta temporada le ha mirado un tuerto. La lista de desgracias aumenta a cada gran premio: un arranque lamentable en Australia, con salida de pista (del 1.º al 7.º); otro fiasco de partida en Bahréin, con toque incluido con Bottas (del 1.º al 7.º otra vez); avería de motor en la calificaci­ón de China, que le obligó a remontar desde la última plaza; y el mismo problema con el propulsor en Rusia, que le envió al 10.º puesto.

Al menos de este modo el espectácul­o está asegurado para el aficionado. Hamilton no decepciona. Apretó los dientes al apagarse los semáforos y en la agitada salida ya saltó cinco casillas, hasta la 5.ª plaza, desde la que empezó a escalar: Massa, Räikkönen y Bottas cayeron en sus redes antes del pit-stop; en la vuelta 16 ya era segundo, en posición de caza a Rosberg. Pero para entonces Nico ya había acumulado 14,8 segundos de renta. Un seguro de victoria. Y más cuando a Hamilton, que llegaba enchufadís­imo, recortando 8 décimas por vuelta, lo frenan por la radio...

“Lewis, hemos detectado un problema con la presión del agua”, le advertía su equipo. Y el inglés, que había llegado a acercarse a Rosberg hasta los 7,3 segundos en la vuelta 36, a 17 de la meta, tuvo que aflojar. “Tenía el ritmo pero luego he sufrido un problema con el motor y he tenido que levantar el pie”, admitía Lewis. Nico volvió a respirar, reconstruy­ó su cojín y ahorró una situación incómoda a Mercedes: ¿Lo habría alcanzado Hamilton si le había podido recortar 7 segundos en 20 giros?

Nunca se sabrá, como tampoco qué habría ocurrido si Sebastian Vettel, el tercero en discordia, llega a estar en pista. El alemán de Ferrari acabó su participac­ión en la tercera curva, embestido por dos veces por el torpedo Daniil Kvyat, que lo envió contra el muro. “¿Pero qué cojones pasa aquí?”, se indignó Vettel, que ya había llamado “loco” y “suicida” al ruso por la salida de Shanghái. “Las imágenes hablan por sí solas. No es que no me guste Kvyat, pero hace dos semanas cometió un error y hoy ha vuelto a cometer otro. Es bastante obvio. Es frustrante porque la carrera tiene 53 vueltas, no dos curvas”, se quejaba Seb, que lleva dos ceros en cuatro carreras y es 5.º en el Mundial. Otro aliciente para la carrera de Montmeló.

Kvyat embistió dos veces a Vettel, la prueba enloqueció, Hamilton inició la escalada y Alonso saltó al 6.º puesto

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MARK THOMPSON / GETTY La sombra de Rosberg es cada vez más alargada; el alemán dominó con autoridad en Rusia y se apuntó su primer grand chelem: victoria, pole, mejor vuelta y líder toda la prueba

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