El crimen frena la demagogia en la campaña del ‘Brexit’
Los líderes moderan sus mensajes y rinden tributo a la diputada asesinada El detenido simpatizaba con grupos racistas y de ultraderecha
Jo Cox ha muerto, y con ella también la campaña del referéndum sobre la permanencia o salida del Reino Unido de Europa. Oficialmente ha quedado suspendida, en la práctica se ha acabado. Punto final a las exageraciones, manipulaciones y mentiras, a la apelación a los instintos más bajos de la gente, a las cifras apocalípticas sobre lo que significaría vivir fuera de la UE, y a las falsedades sobre el impacto de la inmigración sobre los servicios públicos.
Oficialmente Cox ha sido víctima de un asesino que actuó en solitario –como John Fitzgerald Kennedy lo fue de Lee Harvey Oswald en Dallas, Robert Kennedy de Sirhan Sirhan en Los Ángeles, Martin Luther King de James Earl Ray en Memphis–, pero en la práctica ha sido víctima también de la campaña más sucia en la historia de la política británica, el egoísmo, la irresponsabilidad y el oportunismo de una clase política que, sabiendo lo que se jugaba, decidió dejar el fair play y apretar el botón nuclear. Es larga la lista de quienes podrían sentir remordimientos, aunque la capacidad de los dirigentes para vivir en una realidad virtual es enorme.
Ayer, los políticos se dieron la mano para depositar flores con el rostro severo a la puerta de la biblioteca pública de Birstall (un suburbio de Leeds), donde Tommy Mair, un individuo con historial de problemas mentales y simpatizante de grupos racistas de extrema derecha, mató a Cox. El líder laborista. Jeremy Corbyn (criticado por su ambivalencia y pasividad a la hora de defender Europa). anunció la convocatoria el lunes del Parlamento para rendir tributo a la diputada asesinada, y el primer ministro, David Cameron (criticado por convocar el referéndum por razones frívolas de política de partido),
TRIBUTO Cameron y Corbyn hacen una llamada a la tolerancia y los valores que defendía Cox
hizo un llamamiento a “defender la democracia y combatir a quienes propagan el odio y el veneno en nuestra sociedad”. Demasiado tarde.
Para empezar, las autoridades van a investigar la legalidad de un póster con el que hace campaña el UKIP de Nigel Farage, en el que aparece una multitud de refugiados (casi todos de tez oscura) en la frontera entre Croacia y Eslovenia el verano pasado, y encima de ella el siguiente mensaje “Al límite: la Unión Europea nos ha fallado”. El Labour, el SNP escocés y los Verdes han calificado el anuncio de verles gonzoso, y lo han denunciado como una posible incitación al odio racial.
“Si realmente queremos rendir homenaje a Jo, tenemos que eliminar la intolerancia y la división de nuestras comunidades, nuestra política y nuestra vida pública, y reconocer sus valores de tolerancia y servicio a la sociedad”, señaló Cameron, el mismo primer ministro que para intentar arrancar un trato de favor a Bruselas demonizó a los inmigrantes de la Europa del Este (y también a los españoles y catalanes), presentándolos como unos chupópteros responsables de la presión sobre las escuelas, hospita- y servicios públicos, que en realidad no están cortos de fondos por la llegada de extranjeros, sino por la austeridad del propio Gobierno, la falta crónica de inversión para bajar los impuestos a los más ricos y las grandes corporaciones, y los recortes más brutales desde el final de la Segunda Guerra Mundial a fin de preservar las pensiones de los jubilados que mayoritariamente votan al partido conservador.
La campaña se ha acabado. Todos han dicho lo que tenían que decir, y el asesinato de Cox influirá
TENSIONES Varios partidos piden la retirada de un póster del UKIP por incitar al odio racial
probablemente en el resultado. Los mercados, en su enorme frivolidad, creen que hace más probable la permanencia en Europa, porque la libra esterlina en seguida recuperó valor respecto al dólar, y la bolsa subió. También las casas de apuestas, que siempre han puesto su dinero en el Remain. La teoría es que los indecisos –e incluso algunos que ya tenían su opinión formada– se desmarcarán de todo lo que huela a intolerancia y racismo, y buscarán una afinidad con Jo Cox.
Está por ver. La interpretación contraria, a la que se aferran Boris Johnson y los líderes de la campaña del Leave, es que los partidarios de la permanencia, con la campaña suspendida, no van a tener tiempo de trabajarse el tradicional rebote a favor del statu quo que suele producirse en todos los plebiscitos y elecciones (las encuestas de hace unos días daban entre cuatro y siete puntos de ventaja al portazo a la UE), y que los sucesos de los últimos días han puesto sobre la mesa cuestiones como la inmigración y los refugiados sirios sin necesidad de que nadie diga nada.
De aquí al jueves, los votantes se formarán su propia opinión sin el histrionismo que ha imperado en las últimas semanas, con el desenlace trágico del asesinato de Cox. Los políticos se andarán
ALTO EL FUEGO El FMI pospone la publicación de un informe sobre los peligros del ‘Brexit’ REACCIONES La libra y la bolsa han subido, pensando que la opción de quedarse en la UE gana enteros
con pies de plomo y tendrán mucho cuidado con lo que dicen. El canciller del Exchequer, George Osborne, ya ha tenido que reconvertir su enésimo discurso sobre los peligros fantasmales del Brexit en un homenaje a la diputada asesinada. El FMI ha postergado la publicación de un informe en que pronostica una caída del PIB británico entre uno y cinco puntos de aquí al 2021 si se va de la UE, y una situación “incluso más volátil que la caída de Lehman Brothers”.
Que no haya campaña no quiere decir que no haya planes de contingencia para el mundo después del 23-J. La líder escocesa Nicola Sturgeon se prepara para demandar una nueva consulta soberanista y negociar directamente con Bruselas la permanencia de su país en la UE si gana el Brexit. Y los políticos europeos estudian su respuesta a Londres en caso de que opte por no invocar el artículo 50 como instrumento para la salida de la Unión. Todo está en suspenso tras la muerte de Jo Cox. Pero no por ello han desaparecido ni la realidad, ni los peligros, ni un populismo latente que recuerda a la República de Weimar, paradójicamente en el país que desafió primero a Hitler.