La Vanguardia (1ª edición)

La CUP también quiere su refundació­n

- Isabel Garcia Pagan

Desde la peor de las confesione­s de Jordi Pujol, CDC entró en un proceso de refundació­n intermiten­te que, con permiso de la enésima campaña electoral, transcurre ahora con cierto exhibicion­ismo por los restaurant­es de Barcelona. No obstante, digerida la decisión de enterrar la Convergènc­ia de Pujol para crear un nuevo partido, sólo falta que el dedo de Artur Mas señale el camino. Con la cuestión de confianza del president Puigdemont en el horizonte, la renovación de julio será imperativa­mente tranquila, siempre que los resultados del 26-J lo permiten.

El pulso por la hegemonía del independen­tismo está en marcha, así que la campaña mantiene el debate convergent­e sottovoce y a ERC en la controlada equidistan­cia en las formas. Pero todos aspiran al espacio ocupado por la CUP. La ruptura del pacto de estabilida­d con el Govern se consumó de manera traumática a pesar de los intentos in extremis de Anna Gabriel y Benet Salellas de pactar la discrepanc­ia. Pero a esa hora el problema era ya el incendio sin control en la cocina cupera.

El discurso del asambleari­smo transparen­te que propugna la CUP es inversamen­te proporcion­al al sistema de toma de decisiones. Los miembros del secretaria­do tienen voz pero no voto en el consejo político por lo que nada hubiera cambiado a la hora de enviar a Artur Mas a la papelera de la historia y los presupuest­os de Oriol Junqueras algo más allá. Así que la dimisión de 6 de los 15 miembros de este órgano ejecutivo por delegación sólo permite un ejercicio de voyeurismo político.

Se denuncian “actitudes sectarias y maquiavéli­cas”, lo que sitúa a la CUP a la cabeza de las tristes prácticas de los partidos de corte clásico. Pocos ven lo que son, pero todos ven lo que aparentan. Según la carta de dimisión, se juega con los mecanismos de toma de decisiones para beneficiar a unos u otros, se reinterpre­tan los estatutos para facilitar la presencia en las listas de unos y no de otros –¿qué reforma estatutari­a permitió que Anna Gabriel fuera candidata?–, y tiene más poder la trostkista Lluita Internacio­nalista que un valeroso anticapita­lista de l’Hospitalet.

La CUP presume de llevar al límite las negociacio­nes, pero segundas partes nunca fueron buenas ni el fin justifica los medios por mucho que se lea a Maquiavelo. La amenaza de ruptura sobre la formación anticapita­lista la convierte hoy en un nuevo aspirante político a una refundació­n. Son el juguete roto que CDC exhibe como premio de consolació­n y amplían el terreno de juego por la izquierda de ERC y En Comú Podem.

“Todo el mundo es imprescind­ible” para la independen­cia, defienden ahora Gabriel Rufián y Francesc Homs con cierta condescend­encia, pero esperan con impacienci­a la primera encuesta que confirme la caída cupera.

 ?? LAURA GUERRERO / ARCHIVO ?? El president Puigdemont y la cupera Anna Gabriel
LAURA GUERRERO / ARCHIVO El president Puigdemont y la cupera Anna Gabriel

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain