La Vanguardia (1ª edición)

La bomba en el maletín

- Pedro Vallín

Tenemos que crear una nueva forma de hablar y de comportarn­os en política. Tal vez palabras como socialismo, liberalism­o y solidarida­d describan el mundo pasado y no el futuro. Birgitte Nyborg Borgen ¿Cuál es el proyecto que necesita España? La socialdemo­cracia, la de verdad, no un traje de temporada que se pone y se quita. La socialdemo­cracia, que es crecer y repartir: reparto y justicia social. César Luena PSOE

La campaña ha entrado en meseta. Las encuestas se dan la razón unas a otras con cifras consolidad­as, y la tercera posición del PSOE ha pasado de ser una hipótesis osada a una realidad demoscópic­a, a falta de que el 26J levante acta. ¿Tiene Pedro Sánchez margen para eludir ese destino? César Luena, su coordinado­r de campaña se limita a insistir en que la socialdemo­cracia “no es un traje de temporada que se pone y se quita”.

A la ficción le gustan los triunfos contra pronóstico porque son utensilios eficaces para el suspense y porque poseen la épica de lo imposible. En la serie danesa Borgen ,de Adam Price, el candidato laborista Michael Laugesen (Peter Mygind) descubre una informació­n compromete­dora sobre el primer ministro, Lars Hesselboe (Søren Spanning), del partido Liberal: pagó con dinero público unas compras de su esposa. Laugesen lo suelta en el último debate para asestar un golpe letal al candidato a la reelección. Los electores reprueban la falta de pulcritud de Hesselboe, pero también la vileza del ataque por sorpresa, así que el primer ministro pierde, pero el voto se refugia en Birgitte Nyborg, del Partido Moderado, que será decisivo para formar gobierno. Nyborg recibe el premio de los votantes porque en el debate, instantes antes de que el laborista se lance al fango, apuesta por la franqueza:

–Me metí en política porque tenía ideas para organizar el mundo. Y aún las tengo. Creo que estamos perdiendo el pegamento que mantiene unida Dinamarca. Creo, al contrario que el Partido de la Libertad, que ya estamos viviendo una sociedad multiétnic­a, por tanto es una pérdida total de tiempo discutir las formas de evitarlo. Creo que es un mito el hecho de que todos seamos iguales y disfrutemo­s de las mismas oportunida­des. (...) Creer que las fuerzas del libre mercado son el remedio para las desigualda­des es como creer que los coches solucionar­án el efecto invernader­o. (...) Si queremos crear juntos una nueva Dinamarca, tendremos que crear una nueva forma de hablar y de comportarn­os en política. Tal vez ‘socialismo’, ‘liberalism­o’ y ‘soli- daridad’ sean palabras que describan el mundo pasado y no el futuro. El mundo moderno está lleno de variedad y nuestra democracia también debe estarlo.

El castigo al laborista, que acaba costándole su carrera, deben de conocerlo Sánchez y Luena porque estaban en primera fila cuando Miguel Sebastián, candidato a la alcaldía de Madrid en 2007 en una lista en la que estaba Sánchez, intentó revertir los sondeos con una maniobra desesperad­a: en pleno debate televisado con Alberto Ruiz-Gallardón, sacó la foto de Montserrat Corulla, amiga incómoda del alcalde vinculada al caso Malaya. La insinuació­n trascendía la corrupción y atañía a lo íntimo. Gallardón se indignó y el PSOE se la pegó. En la séptima temporada de El

ala oeste de la Casa Blanca, en el episodio A dos semanas, escrito por Lawrence O’Donnell Jr., Bruno Gianelli (Ron Silver), director de la campaña de Arnold Vinick (Alan Alda), encuentra el maletín olvidado del rival, Matt Santos (Jimmy Smits), y descubre que paga la manutenció­n del bebé de una antigua empleada suya. Informa a Vinick, que se resiste a usarlo para remontar una campaña que se le ha torcido tras un accidente en una central nuclear. Gianelli y Vinick discuten: —Quiero devolverle el maletín. —Lo supuse. —Si dudas, haz lo correcto… Y el resto del tiempo, delinque cuanto puedas”. (Ríe) ¿Quién lo dijo? Debió de ser un gobernador de Louisiana.

—Sí. Desde su celda. Santos tuvo el escrutinio de un favorito. (...) Hasta ahora ha ido muy por detrás de usted y la prensa no lo ha investigad­o, pero ahora lo hará. Así que no importa lo que haga con el maletín. Se va a saber. Si se descubre cuando Santos sea presidente no sé qué pasará. Será un caos total.

—No sería el primer presidente con un hijo ilegítimo. —¿Dónde llegaría con esa defensa? —¿Sabes qué? Si comulgara con las propuestas de un candidato y algo como esto se supiera, yo lo votaría.

—Bien, lo haría usted. Y puede que los votantes de Santos. Y todo el mundo en Francia. Pero no en este país. Aún no. No quiero que la gente desee cambiar su voto cuando esto se sepa. Los votantes tienen el derecho a saberlo antes de decidir a quién votan.

—Bruno, vamos, vamos, estás hablando conmigo. No conviertas en un asunto de Estado ese rollo de respeto a los electores.

—Perdone, pero yo respeto a los votantes. Por eso gano. Sé lo que les importa, no intento imponerles qué debe importarle­s. —No es mi idea de liderazgo. —Es mi idea de democracia. Vinick calló y Matt Santos fue presidente de Estados Unidos.

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