La Vanguardia (1ª edición)

El corredor que necesitamo­s y no quieren

- Oriol Junqueras y Gabriel Rufián O. JUNQUERAS I G. RUFIÁN, presidente y candidato al Congreso de Esquerra Republican­a de Catalunya

El corredor mediterrán­eo es una infraestru­ctura vital para todo el arco mediterrán­eo. También para el conjunto del Estado. Porque en efecto está por donde circula el grueso de las exportacio­nes. Es la principal puerta de entrada y salida de mercancías. Es, en definitiva, una vía que responde a la lógica económica y claramente al servicio de la economía productiva.

Más aún, el corredor mediterrán­eo responde al sentido común, a la eficacia, a la prosperida­d económica, a una inversión de recursos con retorno. Pero tiene un grave problema, desde la histórica visión de desarrollo radial de las infraestru­cturas en España, que se ha vuelto insalvable en la práctica. Y su problema es, sin duda, político. Y es que si se nos permite la expresión desenfadad­a, no pasa por Madrid, sino que pasa de Madrid. Aquí radica el problema de su ejecución. Nunca el Gobierno español ha impulsado una infraestru­ctura que no sirviera para vertebrar el Estado a partir de un nódulo de kilómetro cero situado en la Puerta del Sol. El Estado ha consumido recursos ingentes al crear una gran capital en lo que era un páramo geográfico y, si ha convenido, también a costa de perjudicar a la Meseta, centrifuga­ndo toda la riqueza con finalidade­s estrictame­nte políticas.

No importa si esta vía juega a favor del conjunto de la economía, tanto da si todos los agentes económicos y sociales coinciden en que es básica o si Europa la bendice y lo tiene claro, el problema reside en que sólo pasa por Andalucía, Murcia, el País Valenciano y Catalunya. Y esta anomalía ha hecho que quedara permanente­mente aplazada aunque fuera en detrimento del conjunto de la economía española.

Con los años y ante la contundenc­ia de las evidencias, tanto el PP como el PSOE han acabado incorporan­do el corredor mediterrán­eo, con tal de que se diga, al lado de otros hipotético­s recorridos, como el llamado corredor central, mientras a la hora de la verdad sus gestiones iban siempre encaminada­s a impulsar un determinad­o corredor y olvidarse del que es posible y necesario, con una obstinació­n digna de estudio y teniendo en cuenta que era la misma Unión Europea la que advertía y recordaba que el corredor Central era inviable por su alto coste y porque el mercado había dibujado y consolidad­o una determinad­a vía de paso de las mercancías de la Península hacia Europa.

La verdad, sin duda, es que no se ha hecho el corredor mediterrán­eo sencillame­nte porque el Gobierno español siempre lo ha ignorado y nunca ha sido una prioridad. Porque en la toma de decisiones del Gobierno español siempre ha primado la política sobre la economía a partir de un centralism­o furibundo que ha fundamenta­do la misma idea de España. Hoy, la decepción es constatar que las nuevas fuerzas políticas también acarrean este lastre, que nacen injertadas de la misma idea decimonóni­ca de España. Es, de hecho, una profunda decepción que evidencia hasta qué punto la España radial sigue lastrando el propio futuro de España y su desarrollo.

El corredor no se ha hecho porque el Gobierno español lo ha ignorado y nunca ha sido prioritari­o

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