Gramsci bajando por el tobogán
Si hubiera nacido en Inglaterra a finales del XVIII, Xavier Domènech estaría fundando, entre tragos de cerveza, una sociedad de correspondencia en una taberna. Por ejemplo, la London Corresponding Society, antecedente de la revolución digital que está haciendo posible la agrupación participativa de las masas excluidas de las decisiones económicas. Domènech tiene un aire bonachón y se aturulla un poco al hablar. Pero es el cerebro de los Comuns, una fuerza a medio hacer que ya disputa la hegemonía catalana al independentismo. Domènech ha estudiado los procesos de crisis. Dice que estamos asistiendo a un momento de cesura histórica similar al de finales del XVIII en Europa; o al que va del crac del 29 a la posguerra (1945). En aquellos momentos, como ocurre ahora, la crisis económica, al suscitar un sufrimiento general, provoca también una crisis de valores: la hegemonía del poder ya no descansa sobre una cultura compartida, sino fríamente sobre la imposición. Según él, el capitalismo está perdiendo la batalla cultural. Se sabe de dónde venimos (de un poder financiero que ha endeudado el mundo), pero no adónde vamos. La bandera populista (“el pueblo contra el capital financiero”) es un instrumento de la batalla cultural. Vendrán otros. Como puede entreverse, aunque la fama se la lleve Errejón, Domènech es el más gramsciano. Si hubiera vivido en tiempos de Mussolini, escribiría desde la prisión como Gramsci. Lo hace tranquilamente desde la universidad. Ni taberna ni cárcel: cómodo despacho. En comparación con las otras, esta revolución cultural baja por el tobogán. Veremos cómo afrontará las cuestas.
XAVIER DOMÈNECH Aunque Errejón se lleve la fama, se entrevé que Domènech es el más gramsciano