Poco selectiva
En general, la dificultad de los exámenes de lengua tal como los preparamos está en el tema de los sinónimos. Y como esta gente casi no lee, pues claro, los sinónimos no se pueden estudiar”. Transcripción literal de la justificación de una profesora que acompañó a sus alumnos de selectividad. Prueba de la que todos se quejaban por razones varias. Sin novedad. Como estudiantes, la mayoría de nosotros alguna vez hemos atribuido la culpa de nuestro fracaso puntual a factores ajenos a la verdad. Y esta, salvo excepciones, era que no habíamos estado a la altura. Y lo sabíamos. No hace falta recurrir a la letanía. Está en su particular recuerdo. Seguro.
Hoy, no obstante, las excusas son más contundentes porque entre todos hemos potenciado una protección a nuestros descendientes que ya se demuestra excesiva. Lamento que, por suerte, empieza a ser habitual. Pero eso, siendo importante, no cambia las cosas porque no atañe al fondo del problema que está en el sistema educativo. Porque “esta gente” a la que se refería la profesora son sus alumnos. Si ella es la primera que se duele de la incompetencia de sus pupilos con más resignación que impotencia, es que algo
La educación es una cuestión tan básica que quizás por eso nuestros políticos no la saben resolver
grave está pasando. Si además del ámbito de la literatura descubrimos, por ejemplo, que una parte de la dificultad de los estudiantes de geometría en secundaria no se está paliando a pesar de las clases que reciben los propios profesores asignados, el círculo empieza a cerrarse.
Podríamos seguir con la perplejidad de algunos estudiantes ante la definición de paronimia este año o catáfora el anterior. Y así, evocar el historial de un proceso selectivo que cada vez se conoce más por las quejas, las rectificaciones o su promoción que por la capacidad real de unos aspirantes a universitarios llorones por sistema. Es cierto que todo queda maquillado momentáneamente el día de los resultados definitivos, cuando descubrimos a los más valorados presentados como cerebritos. Pero después, ya en las aulas de los estudios superiores, el profesorado arremete contra el bajo nivel general del que sus antecesores del bachillerato se exculpan trasladando su responsabilidad a la enseñanza primaria. De seguir así, me temo que no tardaremos en culpabilizar al parvulario e incluso a la guardería, porque ante la responsabilidad todo son declinaciones.
Sé que ni soy el primero ni seré el último lamentablemente en denunciar que tenemos un problema. Y muy grave. Una asignatura pendiente que no han sabido aprobar los múltiples planes de estudios aplicados. Al contrario. Un galimatías más político e ideológico que efectivo y que 35 años después muestra su absoluta desnudez ante una sociedad cada día más perpleja y menos reactiva. Una cuestión básica, elemental, para cualquier país que aspire a lo mejor. Tan básica y elemental que quizás por eso nuestros políticos no la saben resolver.