Las dunas, el escudo natural de la playa
El litoral metropolitano, en especial al sur del río Llobregat, refuerza sus defensas naturales contra los temporales y la pérdida de arena y de biodiversidad
Cargados con sombrillas y toallas, recorremos la pasarela a toda prisa hacia la arena, sedientos de mar y de playa. Casi no las hemos visto, pero un mar de dunas nos ha acompañado en el trayecto, la mayoría cubiertas de vegetación. Discretamente y desde mucho antes de que llegáramos, las dunas han trabajado durante días, semanas, meses y años para que podamos disfrutar de este espacio natural en el litoral metropolitano. Y es que estas formaciones naturales de arena, encadenadas en los llamados trenes de dunas, protegen al litoral de los temporales y de la regresión de la línea de costa a causa del cambio climático, frenan la pérdida de arena y contribuyen a la biodiversidad al resguardar a variadas especies autóctonas de flora y fauna. En definitiva, refuerzan las defensas naturales de la playa.
Y, sin embargo, la acción humana pone contra las cuerdas su pervivencia. El uso intensivo del espacio, la proliferación de especies invasoras o la ubicación de servicios e infraestructuras costeros en zonas de dunas han sido algunas de las principales amenazas, que significaron una reducción considerable de su extensión y expansión. Por ello, en el 2014 nació el proyecto metropolitano de “dunas híbridas”, una intervención del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) en el marco del programa europeo OPERA para crear nuevas dunas y mejorar las existentes en los municipios metropolitanos donde el ecosistema dunar tiene un papel más destacado: Castelldefels, Gavà y Viladecans. En estas localidades las dunas representan el 47,2% de la superficie de playa, frente al 34,3% de media en el litoral metropolitano, donde suman 730.600 metros cuadrados.
Este año el AMB inicia la tercera campaña, tras las primeras fases de construcción mecánica de nuevas dunas, el abalizamiento de más de 8.000 metros cuadrados para facilitar el crecimiento natural de las formaciones jóvenes y la retirada masiva de plantas invasoras, que solo en la última acción a principios del 2016 significó la eliminación de más de 56 toneladas de especias como el agave o el Carpobrotus. La nueva campaña prevé actuaciones como la plantación de especies autóctonas –como el barrón o carrizo, la azucena de mar o el cardillo– y más movimientos de tierras, además de la actualización de la Guía de gestión de dunas metropolitanas, un documento que orienta a los técnicos municipales en el mantenimiento de este tipo de paisaje.
Las conclusiones de una jornada de debate metropolitano en
octubre y el segundo workshop con expertos internacionales en noviembre permitirán a los técnicos de la AMB diseñar las actuaciones futuras, a partir de las aportaciones de científicos y agentes locales. “El modelo híbrido de intervención es pionero, no lo hemos importado, por lo que debemos seguir aprendiendo y perfeccionándolo”, asume Jordi Bordanove, biólogo y jefe de promoción y conservación del espacio público del AMB.
LAS DUNAS PREFIEREN EL BAIX LLOBREGAT
“La arena es mucho más fina en las playas de la mitad sur metropolitana, porque no procede de sedimentos graníticos como en el norte, así que es más vulnerable a ser arrastrada por temporales de vuelta al mar”, explica el responsable técnico. Sin embargo, esta ligereza es justo lo que facilita que la brisa la desplace y se formen las dunas. “Antiguamente el río Llobregat transportaba muchos más sedimentos y las corrientes marinas, que arrastran la arena hacia el sur, facilitaban la regeneración de las playas del Baix Llobregat”, recuerda. Tan vigorosa era esta dinámica que los agricultores de hace un siglo plantaron franjas arboladas, las emblemáticas pinedas, para frenar el avance de las dunas hacia los cultivos. Hoy en día, en cambio, la presencia de puertos y espigones hace que el mar ya no deposite los sedimentos fluviales en las playas contiguas sino en el fondo marino.
“Por suerte, se ha ganado consciencia sobre el valor ecosistémico de las dunas, su importancia para la sostenibilidad, y actualmente los ayuntamientos las ven como un rasgo característico e identitario”, señala. Poco a poco los paseos marítimos y la gestión ordinaria de las playas van integrando los cordones de dunas como un elemento fundamental.Y en algunas zonas poco transitadas incluso se ha detectado un aumento de la nidificación de especies como el chorlitejo patinegro, una pequeña ave que deposita sus huevos en la arena y requiere espacios tranquilos y un mínimo de zonas dunares. “Es un bioindicador muy positivo”, celebra Bordanove.
Las playas metropolitanas albergan más 700.000 metros cuadrados de dunas