La Vanguardia (1ª edición)

Contrastes

- Martina Klein

Hay programas de televisión que hacen que uno apague el aparato y pierda la fe en el medio audiovisua­l y, tras ver las audiencias al día siguiente, que pierda también la fe en la especie humana con la que convive codo con codo.

Hay modelos (maniquíes) que hacen que la mujer deteste el propio cuerpo y desee ser una distinta a la que es. Hay diseñadore­s que no aman a las mujeres.

Hay profesores que pueden conseguir que ya no quieras aprender. Que lo que creías que te gustaba ya no te guste. Que lo que creías que era tu vocación deje de serlo.

Hay parejas que pueden hacer que se te seque el corazón de desesperan­za, que te dejen un pozo de recelo perenne que contaminar­á las siguientes relaciones.

Hay amigos que se equivocan de bando. Tú sabes que ese mal paso romperá lo que pudo ser algo bueno para ambos, y que se darán cuenta del error, pero será tarde.

Hay predicador­es de todas las religiones que solo fomentan la ignorancia de sus devotos y el odio hacia los distintos.

Hay editores que consiguen que el sueño de escribir un libro (o tres) se desvanezca y que todos los esfuerzos hayan sido en balde. Que te venden la moto y se fugan.

Hay presidente­s de federacion­es deportivas cuyas decisiones sólo perjudican al deporte que presiden.

Hay abogados que, de tanto rebuscar en los agujeros legales, olvidan los principios morales por el camino.

Hay políticos que hacen que uno deje de

La vida está regada de malos ejemplos, para que luego uno sepa reconocer los que sí hacen que valga la pena

creer en la política, en la democracia, en la integridad y la honestidad de quienes el pueblo ha puesto en el poder.

A veces pienso que la vida está regada de malos ejemplos, para que luego uno sepa reconocer los que sí hacen que valga la pena, y sea agradecido ante ellos. Por suerte, todavía quedan ganas de hacer buena tele, aunque no siempre consigan apoyo o la audiencia. Es cuestión de seguir intentándo­lo.

Aún quedan profesores que te hacen recordar la escuela con cariño, y que te ayudan a encontrar el camino y a adorar lo que haces.

Hay modelos de mujer que inspiran a sacar pecho y a hacernos grandes, fuertes y juntas.

Por suerte, el amor vuelve a nacer con la misma intensidad a los 30, los 50 y los 70. Un amor de piel, de compañía, de refugio, de miradas y palabras cómplices.

Por suerte, los buenos amigos siguen estando, o aparecen nuevos, que no por ser menos antiguos son peores.

Aún quedan abogados que detienen los abusos, son ecuánimes y ayudan a quien tiene razón.

Aún quedan predicador­es con sentido común que integran y no rechazan. Que ponen el amor por delante, y no los prejuicios.

Por fortuna, la gente que ama su deporte consigue la forma de hacerlo grande a pesar de los presidente­s de sus federacion­es.

Por suerte, hay otros editores y editoriale­s que pueden devolverle a uno la ilusión por escribir (eso espero comprobarl­o a corto-medio plazo)

Y lo de los políticos aún no lo sé.

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