¿Adiós a la torre?
Los tiempos cambian lo que se creía inmutable. Por ejemplo, en la vivienda. La recuperación del mercado inmobiliario está mostrando que comprar un piso en la costa ya no es lo que era. Los españoles han vuelto con fuerza a comprar vivienda en las ciudades, pero “la compra de viviendas de costa está lejos de estar normalizada”, reconoce Miguel Sanz, director territorial de Tinsa en Catalunya.
Las familias de clase media tenían una trayectoria inmobiliaria típica: un primer piso antes de los treinta, para casarse; el piso de mejora o la unifamiliar ya rondando los 40, para dar una habitación a cada niño, y luego, ya cuarentones, llegaba la segunda residencia, para disfrutarla pero también como inversión. Ahora la vivienda de acceso no se vende, porque los jóvenes, con empleos precarios y mal pagados, no pueden comprarla. Tampoco se venden las segundas residencias, ni siquiera las más caras que podrían adquirir las personas con altos ingresos que ya han salido de la crisis: sólo las compran extranjeros.
No es una cuestión de dinero: muchos particulares compran ahora una segunda vivienda,pero es también urbana y buscan ponerla en alquiler. En los tiempos en que los vuelos baratos y plataformas como Airbnb o HomeAway dan acceso a pisos en cualquier lugar del mundo a un precio muy asequible, para muchas familias acomodadas la segunda residencia ya es sólo una carga.
En el mundo de Airbnb y los vuelos baratos, la casa en la costa es sólo una carga