Debate sobre el uso del ‘burkini’ al extenderse su prohibición en Francia
Cuatro heridos en un enfrentamiento en Córcega con musulmanes de la isla a raíz de la utilización de la prenda de baño en una playa
Los nervios ante el terrorismo yihadista están a flor de piel en Francia. Las falsas alarmas se suceden y la convivencia con los musulmanes se resiente, como ocurrió el fin de semana en Sisco, localidad de Córcega, donde se produjeron incidentes que causaron cuatro heridos y la prohibición del burkini en la playa de la población, como ya había ocurrido en Cannes.
En el fin de semana del mayor despliegue de seguridad en Francia desde el atentado de Niza, con el santuario de Lourdes militarizado en prevención de posibles ataques terroristas, el miedo se situó paradójicamente en el barrio de la Pineda de Juan-les-Pins, en la Costa Azul, famoso por su festival de jazz y sus bares, y en una cala de la Alta Córcega, donde el burkini –polémica pieza de baño, de uso entre musulmanes integristas, que cubre totalmente el cuerpo de la mujer– desató violentos enfrentamientos entre jóvenes corsos y un grupo de bañistas de origen árabe.
En el primer caso se trató de una de las tantas falsas alarmas que desde hace un mes son propaladas por las redes sociales. El motivo habría sido el estallido de unos petardos arrojados desde un coche. La estampida consiguiente provocó numerosos heridos leves –los bomberos no daban un balance preciso, aunque podría tratarse de decenas de personas, y la policía se dedicaba a visionar cámaras de seguridad para dar con los ocupantes del automóvil– y terrazas devastadas.
¿Es culpa del ambiente? “La reacción de los dirigentes frente al terrorismo oscila entre lo patético y lo ridículo”, según Jacques Attali, exconfidente de François Mitterrand. “Adoptan decisiones por miedo a ver su responsabilidad comprometida. Con ese criterio habría que cerrar de una vez y para siempre todos los lugares públicos, ya que nunca se los podrá vigilar totalmente”.
En ese contexto, lo de Córcega fue más serio, con cuatro heridos, tres coches incendiados y otra playa vedada a los burkinis (después de que la semana pasada hiciera lo propio el alcalde de Cannes en la Costa Azul). De fondo, un comunicado independentista contra los salafistas y el Estado francés. Un incidente banal encendió la chispa que movilizó a gendarmes y policías, autoridades locales y nacionalistas.
Scalu Vechju es una cala de la Alta Córcega, cerca de Bastia. El sábado, una decena de adolescentes de Sisco, el pueblo vecino, tomaba el sol. Tres familias musulmanas, mujeres veladas, compartían la cala. Y de pronto, la violencia. Frédérique Olivaux-Rigoutat, fiscal adjunta de Bastia, describía el domingo “un altercado que degeneró en golpes, proyección de piedras y botellas y tres vehículos carbonizados”.
Un turista –que no fue localizado– habría comenzado a hacer fotos. Los musulmanes le acusaron de retratar a sus mujeres. Uno de los adolescentes captó la escena con su teléfono y “un magrebí, sin mediar palabra, le dio un puñetazo”. Los chavales piden auxilio. El padre de uno de ellos es herido en la cadera por dos flechas de caza submarina, cuando intenta proteger a su hijo, golpeado. A su vez, uno de los musulmanes es precipitado a la zanja que bordea la ruta y otro lastimado.
Con los cuatro heridos en un hospital de Bastia, gendarmes y CRS, la policía de choque, establecen un cinturón de seguridad en torno a las familias musulmanas, sin poder impedir que sus automóviles ardan.
El domingo por la mañana cuatro centenares de corsos se manifiestaron frente a las verjas del Ayuntamiento de Bastia. Los reciben en la Gobernación. Pero unos doscientos manifestantes indignados parten hacia Lupino, barrio popular de la
BALANCE La foto a unas mujeres en ‘burkini’ acaba con cuatro heridos y tres coches incendiados
periferia sur de Bastia, residencia de las tres familias. Los gendarmes que bloquean las entradas son desbordados por los manifestantes que, al grito de “esta es nuestra tierra”, siembran el pánico entre los habitantes de Lupino. Finalmente, parten sin que las cosas pasen a mayores.
En un comunicado común, Gilles Simeoni, presidente del consejo ejecutivo de Córcega y Jean-Guy Talamoni, su par en la asamblea corsa, piden calma. “La tensión –advierten– no debe afectar a la población originaria del Magreb, que en su gran mayoría respeta nuestros valores”.
Por su parte, el alcalde de Sisco, Ange-Pierre Vivoni, reunía el domingo un consejo municipal extraordinario para suprimir las festividades del 15 de agosto, “no por razo-
COSTA AZUL Unos petardos causan una estampida de pánico en Juan-les-Pins, con heridos leves
nes de seguridad sino porque nadie en el pueblo está para fiestas”.
Otra decisión: prohibir el burkini en las playas del municipio. En su apoyo, el fallo del juez Lemaître, que validaba la prohibición adoptada ya por los alcaldes de Cannes y de Villeneuve-Loubet. Según el juez, ambos decretos respetaban las disposiciones del artículo 1 de la Constitución (“Francia es una República laica”), que niegan “la posibilidad de invocar sus convicciones religiosas para ignorar las reglas comunes que rigen las relaciones entre colectividades públicas y particulares”.
Y “en el contexto del estado de urgencia y de los recientes atentados islamistas... una vestimenta distinta de la que es habitual para el baño podría ser fuente de conflictos”. No incluía los que pueden surgir, de aquí al 31 de agosto, si un municipal interpela a una bañista con burkini que resulte ser una princesa del Golfo... De hecho, a sólo cinco kilómetros de Cannes, sobre la playa de la Mirandole, el Castillo del Horizonte es propiedad de la familia real saudí.
En Francia la legislación general no dice nada sobre el uso del burkini. Las iniciativas adoptadas ahora, en playas y piscinas, son de índole municipal. En España, tampoco hay una regulación ni se ha suscitado el debate. En Marruecos, según publicó ayer Le Matin, está prohibido en gran parte de las piscinas de los hoteles y en clubs privados.
PROHIBICIÓN EXTENDIDA En Marruecos, las piscinas de los hoteles y los clubs privados vetan el ‘burkini’