Wayde van Niekerk
ATLETA
Desde 1999 nadie había superado el récord del mundo de Michael Johnson en los 400 metros. Lo hizo el sudafricano Van Niekerk (24) en Río de Janeiro con un tiempo de 43s03. “Quería sacar lo mejor de mí mismo”, explicó.
Compartir una rueda de prensa puede ser un acto cruel.
Sobre todo, cuando alguno de los que comparece acaba de batir el récord del mundo. Es inevitable: al resto de personajes nadie le va a hacer caso.
En la medianoche del domingo, tres hombres aparecieron en las entrañas del estadio del Botafogo. Se presentaban ante los periodistas. Eran las 23.30 h. Una hora y media antes, el que se sentaba en medio había borrado de las listas a Michael Johnson.
Wayde van Niekerk había tumbado un récord viejuno. De 1999. ¿Lo recuerdan? Hace algunos años, el cronista conversó con Michael Johnson. Charlamos acerca de sus 43s18, aquella maravilla que había registrado en los Mundiales de Sevilla, los de Abel Antón, Niurka Montalvo, Yago Lamela y Reyes Estévez. Me dijo:
–Todavía no ha nacido el hombre que superará mi marca.
Van Niekerk (24) tiene una entrenadora de 74 años, el torso fino y los tobillos elásticos. Los pies de un antílope. También tiene un nombre raro, difícil de recordar. No como el de Usain Bolt, que es un nombre perfecto y se graba en el cerebro.
–Usain Bolt. No puedes inventarte un nombre como ese –dice Steve Miller, responsable del atletismo estadounidense.
Estados Unidos, ese atletismo que se ha quedado sin récords de velocidad. El 100 y el 200 son de Bolt. La vuelta, de Van Niekerk.
Van Niekerk. Habrá que acostumbrarse a este apellido. Como nos acostumbramos a Gebrselassie o El Guerruj.
Cuando se abrió la rueda de prensa, Van Niekerk habló mucho y los otros dos se apagaron. Frustrados, Kirani James y LaShawn Merrit miraban a un lado y al otro. Esperaban una pregunta que no llegaba.
James y Merrit, la plata y el bronce, no son unos piernas, precisamente. Habían corrido en 43s76 y 43s85. Nada mal. Son marcas de título. De hecho, ya han sido campeones olímpicos antes. Merrit, en Pekín. Y James, en Londres.
Pero lo que había hecho Van Niekerk...
–Pensé que alguien me alcanzaría. Me sentí muy solo al final. Eso dijo el sudafricano. Cierto: en la pista, no había visto a nadie porque corrió por la calle 8. Son las servidumbres de una semifinal más bien modesta. Corrió lento en la segunda ronda y le tocó manejarse sin referencias en la final. –Fui a ciegas. Para triunfar de ese modo, hay que conocerse muy bien.
A ciegas, Van Niekerk se agarró a la fe. Se dijo:
–El cielo es el límite. Sólo quería sacar lo mejor de mí mismo.
Los parciales fueron de escándalo: 10s7 el primer cien. 9s8 el segundo (cruzó los 200 m en 20s5). 31s0 en los 300 m. Tuvo la inevitable desaceleración final, para acabar en 12s...
Veinte minutos más tarde, le preguntaron algo a Kirani James:
–¿Qué opinas de Van Niekerk?
¡Vaya fastidio! Debía hablar del otro. Contestó: –Cuando entramos en la recta, vi que ese tipo no iba a pararse.
Michael Johnson no estuvo en aquella rueda de prensa. No in situ. Lo hizo a través de las redes. En Twitter, felicitó a Van Niekerk.
A Johnson no debió de gustarle el ejercicio. No seamos cínicos. A nadie le gusta que le quiten un récord del mundo. A Johnson, tampoco. Arrogante, pasaba mucho tiempo jactándose de sus hazañas. Había controlado dos plusmarcas, la de los 200 y la de la vuelta. La primera se la quitó Bolt, en Pekín, el año en el que explotó para el gran público. La segunda cayó el domingo. Pulso enter y reviso la carrera en YouTube. Lo hago una y otra vez.
¿Cómo puede un hombre ir tan deprisa y durante tantos metros?
A CIEGAS Corriendo por la calle ocho, sin referencias, Van Niekerk marcó 9s8 en el segundo parcial de 100 m EL LÍMITE “No pensé en nadie; el cielo es el límite, ese era mi único pensamiento”, dice el sudafricano