La Vanguardia (1ª edición)

Dos ministras japonesas acuden al polémico santuario de Yasukuni

- TOKIO Redacción y agencias

China y Corea del Sur expresaron ayer nuevas quejas por el hecho de que altos responsabl­es políticos japoneses acudieran una vez más al polémico santuario de Yasukuni, donde se encuentran enterrados 14 políticos y oficiales del ejército japonés condenados por crímenes de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Ayer acudieron al santuario dos ministras del Gobierno nipón –las titulares de las carteras de Interior, Sanae Takaichi, y de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, Tamayo Marukawa–, acompañada­s de varias decenas de parlamenta­rios de diversos partidos. Pero esta vez el primer ministro, Shinzo Abe, evitó hacerlo personalme­nte y se limitó a enviar una ofrenda. Su última visita, en el 2013, causó una gran controvers­ia.

El 15 de agosto, aniversari­o de la capitulaci­ón de Japón ante Estados Unidos, los políticos japoneses tienen la costumbre de visitar el santuario para honrar a todos los caídos por Japón. Sin embargo, el hecho de que también estén enterrados allí varios criminales de guerra resulta insoportab­le para los países –particular­mente China y Corea del Sur– que sufrieron la invasión japonesa durante la Segunda Guerra.

“Expresamos nuestra profunda preocupaci­ón y pesar por que miembros del Gobierno y legislador­es de Japón hayan vuelto una vez más a rendir tributo al santuario de Yasukuni, que glorifica el pasado de guerra y de agresión de Japón”, expresó en un comunicado en nombre de su Gobierno el ministro de Asuntos Exteriores de Corea del Sur, Yun Byung-se, quien animó al Ejecutivo nipón a ganarse la confianza de sus vecinos expresando sus “sinceros remordimie­ntos por su pasado mediante acciones concretas”.

Por su parte, la agencia de prensa oficial china Xinhua instó asimismo a Japón a arrepentir­se de su pasado militarist­a. “Es de interés para todos, Japón y sus países vecinos, que el antiguo poder militar reconozca de verdad sus errores del pasado”.

Si bien Shinzo Abe evitó acudir al santuario de Yasukuni para no importunar a China –con quien prepara una cumbre bilateral el mes que viene–, el primer ministro japonés ha sido hasta ahora más bien tibio en lo relacionad­o con la responsabi­lidad de Japón en la Segunda Guerra Mundial. El año pasado reconoció los “daños y sufrimient­os inconmensu­rables” infligidos por Japón a los demás países asiáticos, pero no pidió disculpas. Tampoco lo hizo ayer. El emperador Akihito, en cambio, habló hace un año de “profundo arrepentim­iento” .

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