Okupas mafiosos atemorizan a veinte familias de Mataró
Los vecinos piden a la Generalitat que les busquen otros pisos, pero les han dicho que no porque no hay “motivo justificado”
Unas veinte familias de Mataró en situación de vulnerabilidad y que dependen de la ayuda de los servicios sociales se ven obligadas a compartir rellano con decenas de delincuentes y traficantes de droga que okuparon hace dos años numerosos pisos en los mismos bloques. Los hechos tienen como escenario una promoción de 94 viviendas sociales para jóvenes, repartidas en cuatro inmuebles, que inauguró en enero del 2009 el presidente de la Generalitat José Montilla y que nunca llegaron a cumplir el objetivo para el que fueron construidas.
“Nos amenazan de muerte si nos quejamos”, relata Pilar, el nombre ficticio de una de las víctimas. Esta mujer, madre de un hijo preadolescente, vive atemorizada por la situación. Y no es la única... Ella y sus vecinos dicen vivir una pesadilla, como si estuvieran condenados a prisión en régimen abierto. Nunca se imaginaron que lo que comenzó como una tremenda alegría –la posibilidad de rehacer sus vidas y comenzar de cero con la concesión de un piso de alquiler social– se truncaría de esta forma.
Estas familias atemorizadas querrían mudarse. ¿Pero adónde? La Generalitat no considera que haya causa justificada para el traslado. “Pasamos noches enteras sin dormir, con la puerta atrancada. Hemos presenciado peleas y agresiones. Si nos quejamos, lo menos que puede ocurrir es que nos pinchen las ruedas del coche...”, responden los afectados. Nadie quiere dar la cara ni facilitar su identidad por temor. Muchos creen que la angustiosa situación que viven ha comenzado a pasar factura: “Una mujer ha sufrido dos embolias”.
La promoción inmobiliaria escenario de esta pesadilla se llama la Torre del Cogull, en el barrio Pla d’en Boet de la capital del Maresme. Este diario se hizo eco hace un año de la okupación de la mayoría de las viviendas por parte de un clan de traficantes de droga liderado por un delincuente apodado el Búlgaro. Estos usurpadores de viviendas han llegado a alquilar los pisos que invadieron. El Departament d’Habitatge ha enviado mediadores para pacificar la situación y estableció turnos de 12 horas con vigilantes privados. “Pero sólo consiguió limpiar los aparcamientos”, aseguran los afectados. Los moradores de las viviendas, tanto las alquiladas legalmente como las alquiladas ilegalmente a los okupas, dicen sufrir un acoso sistemático.
La presión policial hizo que el Búlgaro se marchara del Pla d’en Boet, pero según fuentes policiales sigue dirigiendo el tráfico de droga desde una nueva vivienda –también okupada– en el barrio más moderno de la ciudad, la Via
Las víctimas viven en pisos sociales donde se trapichea con droga y a diario hay amenazas y peleas
Europa. Tanta es la angustia de los vecinos que algunos admiten que tratan de granjearse la amistad de otros delincuentes “para que nos defiendan de sus colegas”. Lo habitual, añaden, es recibir amenazas de muerte por hechos como “sugerir bajar el volumen de la música a las tres de la madrugada”. Amenazas que luego se repiten en la calle, “incluso en presencia de nuestros hijos”.
Hastiada, el 18 de febrero Pilar envió una carta de auxilio a la Generalitat, en la que detallaba su calvario, como le aconsejaron los propios servicios sociales de Mataró, que no disponen de viviendas alternativas. No recibió respuesta hasta el día 5 de julio, cuando una misiva oficial del Departament d’Habitatge defraudó sus esperanzas. Un alto cargo, con el que no se ha podido contactar porque está de vacaciones, consideró que no había lugar al cambio de vivienda por “ausencia de causa justificada”. Por si fuera poco, los bloques están junto a una comisaría de los Mossos.