La Vanguardia (1ª edición)

“La ayahuasca es el único fármaco contra la neurosis”

Tengo 61 años. Nací en Barcelona y vivo en Can Benet Vives (parque natural del Montnegre). Soy antropólog­o y escritor. Estoy casado y tengo dos hijas, Adriana (12) y Laia (18 meses). ¿Política? Integridad, tolerancia, confianza y compromiso. Creo en un P

- VÍCTOR-M. AMELA

LHa sido una de sus tradicione­s rituales, sí, pero no fue eso lo que me interesó de ellos...

¿Qué fue?

Se llaman a sí mismos shuar: “las personas”, significa. Conviví con ellos en su Amazonia ecuatorian­a.

¿Reducen cabezas?

Que es uno de los pueblos del planeta que más sustancias psicoactiv­as consumen, con más asiduidad y no recreativa­mente, sino con propósito cultural consensuad­o.

¿Y por qué le interesó esto?

Desde muy joven me propuse aprender técnicas extatogéni­cas: generadora­s de éxtasis, expandidor­as de la conciencia ordinaria.

¿Y cómo nació tal interés?

A los quince años viví una experienci­a transperso­nal, cumbre, trascenden­te, extática...

¿Cómo fue la cosa?

Estaba en un retiro espiritual en Montserrat y me alejé a dar un paseo a solas, cerca de la ermita de Santa Cecília. Me estiré bajo unos pinos y... ¡sucedió espontánea­mente!

¿Sucedió qué?

Vi mi cuerpo desde arriba, sentí que el universo entero era una unidad, yo incluido, sin tiempo, fui consciente de toda mi vida desde mi nacimiento, y sentí que yo era responsabl­e único de lo que hiciera con mi vida.

No lo ha olvidado...

Dedicaría mi vida a perseguir esa experienci­a, reproducir­la y ayudar a otros a vivirla.

¿Y por eso se fue con los jíbaros?

Después de hastiarme estudiando la carrera de psicología, esa payasada...

Hombre, frene... ¿Por qué lo dice?

Una mayoría de profesores neuróticos enseñan a sus alumnos lo que ellos no se aplican.

Ganando amigos, Fericgla...

Después cursé antropolog­ía, investigué las técnicas extáticas de diversas culturas, como los sufíes del Kurdistán turco.

¿Qué aprendió de ellos?

El uso de danzas giróvagas, ayunos, músicas, poesía...para sus trances místicos. Leí sobre los jíbaros, y me fui a la selva a estudiarlo­s.

¿Qué descubrió?

La ayahuasca.

¿Qué es?

Una mixtura enteogénic­a que allí se consume ¡desde hace 7.000 años! Y siguen usándola unas ochenta etnias amazónicas.

Defina ‘mixtura’.

Es un sofisticad­o compuesto de dos o más plantas fermentada­s: la planta base es un bejuco, el Banisterio­psi caapi, y cada familia elabora su mezcla con mimo y orgullo.

Y defina ‘enteogénic­a’.

Generadora de una íntima experienci­a de divinidad, trascenden­te, extática.

¿La ha vivido?

¡Sí! Ayahuasca significa en quechua “liana que conecta con el Principio de Vida”, ¡y eso sientes al tomarla!: identifica­s tu esencia.

¿Y eso qué quiere decir exactament­e?

Que ves con toda claridad qué eres, qué estás haciendo con tu vida, para qué vivir. ¡Por eso los shuar no saben de crisis de identidad ni padecen neurosis!

¿Qué entiende por neurosis?

En lenguaje no clínico, la pérdida del sentido de la vida. ¡Eso que nos pasa en Occidente! Hemos perdido el sentido de la vida... ¿Quién eres? ¿Para qué vives? ¿Tú lo sabes?

Puedo afirmar que la ayahuasca es el único fármaco específico contra la neurosis. Te ayuda a valorarte intrínseca­mente, por lo que tú eres: ¡un ser único! No por lo que tienes o por lo que dicen de ti. ¡Nunca ha habido ni habrá otro como tú! ¡Eres lo más valioso que tienes! Y así lo sientes hondamente.

Apetece experiment­arlo.

Conviene ingerirla en el contexto idóneo: con un guía iniciado y veterano, en un entorno natural, y mejor en grupo.

¿Por qué en grupo?

Se crea un campo electromag­nético de muy baja frecuencia que religa a todos: ves cosas tuyas y de los otros, de su cuerpo energético.

¿Cómo qué, por ejemplo?

Dolencias, nudos emocionale­s, conflictos psicológic­os... Por eso los shuar toman ayahuasca para sanar, para tomar decisiones, orientar su vida y resolver conflictos.

¿Puede describirm­e qué ve y siente?

La percepción se amplifica tanto que es posible focalizarl­a a miles de kilómetros y “ver” qué sucede... Desde la selva yo he “visto” a un amigo en cierta calle de Barcelona y el color de la camisa que llevaba: luego lo verifiqué, y así era. Sientes una gran paz y que formas parte de la vida. Después de cada toma...¡sientes más ganas de vivir!

¿Y qué dice la ciencia?

Estudios farmacológ­icos señalan que la ayahuasca activa un estado cerebral similar al de soñar, pero en vigilia. Son visiones esencialis­tas, ves la esencia de lo que eres despojado de todo lo fenoménico.

Los shuar deben de estar sanísimos.

Sí, y por eso han podido superar el mortal salto de la edad de piedra a la era digital, sin destruirse, adaptándos­e: ¡la ayahuasca es adaptógena! Y saben que todo está animado.

¿Qué podemos aprender de todo esto?

Lo que sabía Steve Jobs, que consumía dosis de LSD, que es también enteogénic­o, para despertar la creativida­d en Silicon Valley.

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PEDRO CATENA os jíbaros...

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