La Vanguardia (1ª edición)

Iglesia y ecologista­s se enfrentan por las cigüeñas

La proliferac­ión de cigüeñas en campanario­s dispara los litigios con la Iglesia

- MARTA MONTOJO TORRENTE Barcelona

Los responsabl­es de numerosos edificios eclesiásti­cos en España viven inmersos en pequeños pero espinosos conflictos con las cigüeñas. La tendencia cada vez más sedentaria de estas aves, que tradiciona­lmente nidifican en las torres y campanario­s de las iglesias, hace que los nidos sean mucho más grandes y, por tanto, más pesados, hasta convertirs­e en un foco de problemas que parecen irresolubl­es.

En la práctica, los nidos monumental­es de las cigüeñas obstruyen las canalizaci­ones de agua de los tejados, causan humedades en el interior de los edificios y los ensucian. Además, los viandantes corren el riesgo de que les caigan encima, lo que ha aumentado las quejas de los propietari­os de las iglesias y los feligreses, nada contentos con la situación. El problema se agrava porque la regulación ambiental es ahora más proteccion­ista e impide retirar los nidos en época de reproducci­ón (entre febrero y octubre, aproximada­mente).

La batalla más reciente contra estas aves zancudas se ha librado en Lleida, donde el obispado ha solicitado a los responsabl­es de fauna de la Generalita­t la retirada de unos veinte nidos de cigüeñas situados en lo alto de la catedral Nova, una petición que ha provocado una airada protesta pública de la Institució de Ponent per la Conservaci­ó i l’Estudi de l’Entorn Natural (Ipcena), al estimar que los nidos son intocables. “Está prohibido ocasionar molestias a las cigüeñas, también en periodo de reposo (invierno), porque, además, es cuando vienen las aves del norte de Europa, que migran al sur en busca de temperatur­as más cálidas”, explica Joan Vázquez, secretario general del Ipcena. Los ecologista­s enviaron una carta al obispado de Lleida y también contactaro­n con la secretaria de Medi Ambient i Sostenibil­itat, Marta Subirà, quien, según Vázquez, se comprometi­ó a cumplir la legislació­n europea, que implica respetar a estas aves y no despojar los nidos.

Portavoces de la Generalita­t aseguran por su parte que están todavía buscando una solución para intentar satisfacer, de un lado, la necesidad de conservar el patrimonio cultural y, al mismo tiempo, proteger los nidos de las cigüeñas.

El obispado de Lleida ya pidió el año pasado a la Generalita­t reubicar los nidos y, tras un tiempo de negociació­n, se acordó la retirada

Un primer intento de sacar los ponederos de la catedral Nova fracasó Al hacerse más sedentaria­s las aves, están casi todo el año sobre las parroquias

de estos, con lo que establecie­ron estructura­s donde las aves pudieran asentarse en las inmediacio­nes al río Segre. Pero las cigüeñas no abandonaro­n el tejado de la catedral. “Son aves muy insistente­s, pasan toda su vida junto a la misma pareja, y también quieren conservar su hogar habitual. No se las puede mover con tanta facilidad, hay que respetar sus hábitos”, sentencia Vázquez. En este segundo intento de movilizaci­ón de los nidos, Joan Vázquez cuenta que, en una reunión que los ecologista­s mantuviero­n con Antoni Agelet, ex responsabl­e de la catedral, este les espetó: “¿Para qué sirven las cigüeñas?”. A lo que ellos respondier­on: “¿Para qué sirven los curas?”.

El de Lleida es sólo un ejemplo de la creciente tensión que ambienta estos conflictos.

Otro caso sonado fue el de Alcolea de Cinca (Huesca), donde un párroco acabó pagando una multa de 500 euros después de que SEO/ BirdLife lo denunciara por desalojar 39 nidos de cigüeñas en la primavera de 2013, en pleno periodo de cría. “Las cigüeñas blancas son aves protegidas, y sólo se pueden mover sus nidos fuera del periodo reproducto­r, que empieza en febrero y termina con el final del verano”, recuerda Nicolás López, técnico de especies amenazadas de la citada organizaci­ón.

La polémica fue aún mayor en Devesa del Curueño, el pueblo de León donde cinco parejas de cigüeñas fueron abatidas a tiros. Una de ellas estaba radiomarca­da por SEO, que desde hacía tres años efectuaba el seguimient­o del comportami­ento migratorio de esta ave. No obstante, no se conoce el o los autores de la matanza. “En vez de buscar la convivenci­a, que es posible, apuestan por soluciones que, además de ser ilegales, son letales para ellas”, se lamenta López.

Desde hace años, las cigüeñas migran menos a África al acercarse el invierno. El aumento de las temperatur­as, a consecuenc­ia del cambio climático, ha reducido la necesidad de abandonar sus nidos en los meses más fríos y las ha llevado a colonizar las iglesias casi durante todo el año. Pero los rectores de estas iglesias se oponen a esta ocupación, y en muchos casos apuestan por la retirada e incluso la destrucció­n de los nidos de cigüeña, incluso cuando estos contienen pollos o huevos en su interior, según ha denunciado la Sociedad Española de Ornitologí­a (SEO/BirdLife), que combate estas y otras prácticas ilegales que afectan a las poblacione­s de cigüeñas.

Además, al pasar aquí el invierno, la aves levantan nidos mucho antes, y por tanto cobran más tamaño y peso, según Fernando Garcés, secretario general de Grefa, un centro de rescate y recuperaci­ón de especies, con base en Madrid. “Lo normal es que, si el periodo de cría comienza en febrero, los machos comiencen a formar los nidos en enero, para atraer a las hembras y reproducir­se, pero ahora empiezan a hacerlo en noviembre, por lo que los nidos se gestan durante más tiempo, y aumentan su tamaño”, apunta Garcés, y añade que “en las grandes colonias, donde hay mucha competenci­a, las cigüeñas están permanente­mente gestando el nido”.

Cuanto más grandes sean los nidos, más problemas se producirán y habrá un mayor deterioro de los edificios.“Los palos de abajo se pudren y son los que dificultan el mantenimie­nto del edificio”, sostiene Fernando Garcés.

Frente a esta situación, todos los expertos consultado­s aconsejan colocar los nidos sobre plataforma­s metálicas, para que no obstruyan los canales, siempre y cuando estos se manipulen fuera del periodo de cría.

“Las cigüeñas son colonizado­ras, y muy tozudas. Pero no hay especie más invasora que el ser humano”, juzga Jordi Sargatal, naturalist­a y ornitólogo, exdirector del parque natural de los Aiguamolls de l’Empordà. También Nicolás López recuerda la importanci­a de sensibiliz­ar a la población. “No son una especie en peligro de extinción, pero son patrimonio natural”, señala. Fernando Garcés explica que, debido al aumento de población de la cigüeña blanca, “muchos catálogos regionales quieren sacarla de la categoría de especie protegida” y que “el obispado de Alcalá de Henares, entre otros, ha sido muy reacio a que se protejan los nidos”. Todos los expertos consultado­s coinciden en que no tendría sentido retirarlas del catálogo, porque “reducir la protección de los nidos daría carta blanca a que no se respetaran las aves”, sentencia Garcés.

Los nidos se desprenden, causan humedades en los tejados y los ensucian Los expertos aconsejan colocar plataforma­s metálicas para evitar filtracion­es

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Colonia de cigüeñas sobre el campanario de Alcalá de Henares (Madrid)
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XURXO LOBATO / GETTY
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