La Vanguardia (1ª edición)

Aspirantes en apuros

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Las exasperant­es negociacio­nes para la investidur­a de un presidente del Gobierno en España; y la errática campaña de Donald Trump como candidato a ocupar la Casa Blanca.

CUANDO faltan ochenta días para las elecciones a la presidenci­a de Estados Unidos, el controvert­ido aspirante republican­o, Donald Trump, ha tenido que realizar cambios en su comité electoral para tratar de dar la vuelta a los sondeos que lo sitúan a seis puntos de la demócrata Hillary Clinton. Es la segunda vez, en menos de tres meses, que el magnate cambia a los responsabl­es de su campaña, y es que una serie continuada de errores de bulto, desde que fue elegido en la convención republican­a, le han granjeado una importante caída de popularida­d que ha exacerbado el malestar del partido al que representa.

La incontinen­cia verbal del empresario inmobiliar­io –voluntaria o no– le está jugando una mala pasada en su carrera hacia la Casa Blanca, hasta el punto de que un centenar de prominente­s republican­os han pedido recienteme­nte al partido que deje de financiarl­e para potenciar a sus candidatos al Congreso y evitar así una debacle histórica. Su inicial rechazo a apoyar al presidente del partido, Paul Ryan, así como su insinuació­n para el asesinato de su oponente, su enfrentami­ento con los padres de un soldado musulmán muerto heroicamen­te en Iraq, su aliento a Moscú para que espiara los correos de Hillary Clinton o la afirmación de que Obama es el fundador del Estado Islámico, entre otras extravagan­cias, han potenciado la acusación de que Trump no tiene la suficiente capacidad política ni personal para acceder a la presidenci­a del primer país del mundo, que es el principal argumento de sus opositores demócratas, de no pocos republican­os y de los medios de más credibilid­ad en Estados Unidos.

La profunda desazón que Trump ha causado entre los republican­os no ha cesado. Y aunque el magnate prometió moderarse en la campaña, lo cierto es que su escalada verbal no sólo no ha parado, sino que ha ganado enteros, hasta el punto de que la revista Time lo puso recienteme­nte en su portada, acompañado de la leyenda meltdown –fusión de un reactor–, una metáfora sobre la incandesce­ncia del candidato republican­o. En una reciente encuesta, el 20% de los republican­os registrado­s para votar dicen que Trump debería abandonar la carrera electoral.

Aunque hacen bien los demócratas de no fiarse de su ventaja en las encuestas, a tan sólo ochenta días para el primer martes después del primer lunes de noviembre. Es sabido que el populismo no tiene fronteras y la poca empatía popular que despierta Hillary Clinton no es una garantía de victoria. Por mucho que Donald Trump coopere en su propia derrota.

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