La Vanguardia (1ª edición)

Caster Semenya pasa ronda en los 800 m y reabre el debate sobre su feminidad

- SERGIO HEREDIA Río. Enviado especial

Too fast to be a woman? ¿Demasiado rápida para ser una mujer?

Hace un par de años, la BBC nos presentaba la historia de Caster Semenya (25). Nadie se queda indiferent­e ante esta mujer. Tiene la voz de un hombre, las espaldas de un hombre, el rostro de un hombre.

En apariencia, vista desde fuera, es más alta, más fuerte, más resistente y más rápida que cualquier otra ochocentis­ta. Y ella insiste: –Soy una mujer. Llevamos seis años con este debate. Y ella lo sufre.

Su abuela dice que la niña siempre fue su niña. Fue así desde que nació en Limpopo. Tierras del oro en Sudáfrica. Toda la familia vivía allí. También la abuela. A la niña le gustaban las muñecas, pero también le gustaba correr. Esto último se le daba muy bien. Hoy es una celebridad atlética en su Sudáfrica.

No es poco. De ahí salen Van Niekerk y Pistorius.

La BBC no se cuestiona su feminidad porque sí. Lo hace porque se lo ha planteado la IAAF.

Cuando ganó los Mundiales de Berlín, en el 2009, Semenya apenas tenía 19 años. Fue una irrupción fabulosa. Y controvert­ida, también controvert­ida. Un bulo empezó a correr por las entrañas del Estadio Olímpico en cuanto la vieron pasar por la zona mixta. Muchos la miraban desconfiad­os. Definitiva­mente, parecía un hombre.

La IAAF abrió el debate y penetramos en un escenario oscuro. Le pidió una prueba de feminidad, un ejercicio humillante. Debía desnudarse ante un grupo de científico­s.

De aquel ejercicio salió malparada. La ciencia concluyó que generaba tres veces más testostero­na que una mujer. “Esa caracterís­tica le da ventaja ante sus rivales. Multiplica la potencia muscular, retrasa la aparición del ácido láctico”, dijo.

Le retiraron la licencia por once meses. Estuvo suspendida hasta que una nueva comisión médica del atletismo internacio­nal le reabrió la puerta: certificó “su idoneidad para competir en la categoría femenina”. Lo hizo tras haberle dado un nombre a todo aquello.

Semenya padecía una suerte de hiperandro­genismo. Podría competir, siempre y cuando redujera el nivel de testostero­na a 10 nmol/l.

–Para ella fue demoledor. Su rendimient­o decreció al instante –dice Jordán Santos, doctor en Biología.

Sin embargo, en el 2015, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) eliminó el límite de 10 nmol/l. Y Semenya reapareció en escena, tan fuerte como antes.

Ayer pasó la primera ronda. Hay quien la ve batiendo la plusmarca de Kratochvil­ova. Es de 1983.

En aquel entonces no había prueba de sexo que valiera.

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SRDJAN SUKI / EFE Caster Semenya

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