La Vanguardia (1ª edición)

Puente sobre aguas turbulenta­s

- Juan Tugores Ques

Ocho años después del estallido de la crisis financiera, las perspectiv­as de una sólida recuperaci­ón parecen todavía lejanas, elusivas en la terminolog­ía de la OCDE. Incluso algunos hablan de un nuevo estancamie­nto global que nos conduciría a una larga era de bajas tasas de crecimient­o que acentuaría­n los importante­s problemas distributi­vos de nuestras sociedades, ya que siempre origina más tensiones repartir la escasez que la abundancia. Incluso quienes apelan a avances tecnológic­os importante­s, a una especie de nueva revolución industrial como argumento para un cierto optimismo, no pueden dejar de señalar que los impactos sobre el empleo y su distribuci­ón pueden acentuar unas asimetrías y desigualda­des que vienen de atrás.

Más allá de las controvers­ias sobre el ritmo de crecimient­o esperable –a escala global y en nuestro entorno más cercano– en los próximos tiempos, las incertidum­bres al respecto y las asimetrías en las formas en que se repartirán los eventuales dividendos de ese crecimient­o acentúan tensiones sociales y políticas. Como en otras fases de la historia, estos momentos de “aguas turbulenta­s” propician y generan polarizaci­ones.

Una de las paradojas de los tiempos modernos es que decimos reconocer las elevadas y complejas interdepen­dencias que la globalizac­ión ha originado para, a continuaci­ón, cuando las perplejida­des y las dificultad­es arrecian, aparecer como soluciones refugio maniqueísm­os simplifica­dores. Los importante­s logros alcanzados en la segunda mitad del siglo XX, especialme­nte en Europa, en base a integrador­es consensos y complement­ariedades, son ahora a menudo contemplad­os con displicenc­ia, incluso con cierto

Cuanto más movidas bajan las aguas, más necesario es el compromiso y efectivida­d que se reclama a las institucio­nes

desdén. Excesiva, injusta y tal vez suicida sanción por la forma manifiesta­mente mejorable –eso hay que reconocerl­o– con que se ha gestionado la crisis.

Cuando más agitadas y turbulenta­s bajan las aguas, más necesarios son los puentes para mantener referencia­s de solidez, que permitan aproximaci­ones entre orillas. Las institucio­nes deberían desempeñar ese papel, de integració­n y, por utilizar un término en retirada, convergenc­ia, entre sensibilid­ades e intereses de sociedades complejas. Contemplar cómo las institucio­nes renuncian a ese papel para convertirs­e en uno más de los campos de batalla de los maniqueísm­os en liza que se alimentan recíprocam­ente es tan triste y negativo como contemplar cómo las turbulenci­as anegan y destruyen los puentes.

Precisamen­te en épocas de aguas más turbulenta­s necesitamo­s más compromiso y efectivida­d en el papel de sólidos puentes de todo nuestro entramado institucio­nal. Posiblemen­te sea un mal síntoma que se pueda considerar impertinen­te recordar a estas alturas que a las institucio­nes, y a las personas a las que desde la sociedad las confiamos, les pagamos por resolver los problemas, no por agravarlos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain