La Vanguardia (1ª edición)

Amnistía denuncia el horror de las prisiones de El Asad

- BEIRUT

La guerra de Siria ha costado la vida a más de 250.000 personas en cinco años, pero las víctimas de la represión en el territorio controlado por Bashar el Asad no entraban en este cómputo. Ahora, Amnistía Internacio­nal (AI) ha denunciado que en estos años han muerto en las cárceles del régimen 17.723 presos, a razón de más de 300 al mes entre marzo del 2011 y diciembre del 2015, de forma notoria en la cárcel militar de Saidnaya, cerca de Damasco.

El informe publicado ayer por Amnistía Internacio­nal, basándose en 65 testimonio­s recogidos de excarcelad­os, no ahorra detalles a cual más terrorífic­o de una rutina de torturas y violacione­s sexuales. En palabras del director de AI para Oriente Medio, Philip Luther, “el carácter sistemátic­o y deliberado de la tortura y de otros malos tratos en la prisión de Saidnaya revela una crueldad en su forma más vil y una ausencia flagrante de humanidad”.

Esas torturas se aplican de forma “generaliza­da y sistemátic­a contra todos los civiles sospechoso­s de estar contra el régimen”, según Amnistía, lo cual es susceptibl­e de ser denunciado como “crímenes contra la humanidad”. Muchos presos mueren de hambre o de frío, o a causa de heridas infectadas, mientras los que resisten padecen desórdenes mentales a causa de la falta de espacio y de luz natural.

Pero esto es lo mínimo. El catálogo de torturas, que es descrito en el informe con dibujos de los testigos, resulta insoportab­le. Como el caso de un tal Said, que declaró haber sido violado en presencia de su padre con una porra eléctrica mientras permanecía colgado del techo por un brazo y con los ojos vendados.

La mayoría de los testigos dijeron haber visto morir a otros presos, y algunos, haberse encontrado los cadáveres en su propia celda. Las palizas son cosa común, y se aplican indistinta­mente a hombres y a mujeres.

El informe de AI no es el primero en su género. En enero del 2014 se hicieron públicas una serie de fotografía­s tomadas por un policía militar que desertó y cuya misión era fotografia­r cadáveres –unos 50 diarios– que llegaban a un hospital militar desde las prisiones. Se calculó entonces que entre mayo del 2011 y agosto del 2013 habían muerto unos 11.000 presos, es decir, unos 400 al mes, datos concordant­es con los actuales.

Amnistía Internacio­nal señala, además, que desde marzo del 2011, en que se inició la revuelta popular que devino en guerra, se cuentan unos 65.000 detenidos desapareci­dos.

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