Siguen la vertiginosa acción y los efectos especiales de Abrams
tura: efectos especiales de primer orden, múltiples localizaciones planetarias a cual más extraña y vertiginosas escenas de acción alejadas de los confortables sofás del puente del Enterprise. Los nuevos Kirk, Spock, Scott, Uhura, McCoy, Sulu y Chekov ya no podrían lucir tripita para enfrentarse con solvencia a lo venidero. Decidió convertir el submarino en galeón surcando los siete mares cósmicos, potenciar el encuentro con civilizaciones extrañas de dudosas intenciones y, en fin, consumar el modelo de una Federación que replica en clave pacifista el modelo colonial de la era de las grandes exploraciones de las potencias europeas, singularmente de la corona británica.
Star trek (2009) y Star trek: En la oscuridad (2013), las dos películas dirigidas por J. J. Abrams, marcaron un surco profundo del que no se ha salido Justin Lin, director de la nueva entrega, si bien el guion firmado por el también actor Simon Pegg reproduce una estructura de marcada esencia clásica, desde el punto de vista de la ortodoxia trekkie: una aparente misión rutinaria de rescate en la frontera se revela como una trampa y el encuentro con una belicosa nueva especie que pondrá en serios aprietos a la tripulación del Enterprise. ¿Dónde queda entonces el legado de Abrams?
No está en el qué, sino en el cómo: en la acción vertiginosa, los efectos especiales, el descubrimiento de mundos extraños y maravillosos de amplio horizonte y en la apabullante ausencia de tiempos muertos. En el pase para fans de Star trek: Más allá, realizado hace unas semanas por Paramount en Madrid, los trekkies aplaudían a rabiar en las escenas de acción o en las cariñosas referencias a la mitología previa. Tal vez porque este tándem Lin & Pegg ha materializado sin querer una reconciliación expresa entre el mundo trekkie pre y post Abrams, ha convertido al USS Enterprise en el bajel que siempre debió ser y lo ha dejado encarado a un horizonte prometedor de descomunales tormentas, navíos fantasma e islas llenas de indígenas pendencieros; un horizonte de aventuras. En esquijama, claro.