La Vanguardia (1ª edición)

Un quiosco sitiado y acosado

Acceder a un puesto de venta de diarios del Eixample obliga a los lectores a sortear las mesas de dos bares

- JIHAN DAHOU Barcelona

Jaime Borras es el dueño del quiosco que hay junto al número 4 del paseo Sant Joan de Barcelona. Se gana la vida vendiendo periódicos en esta concesión del Ayuntamien­to, como las últimas cuatro generacion­es de su familia. Y jamás pensó que algún día sería protagonis­ta de las historias de los diarios que vende.

Jaime escribió una carta a La Vanguardia explicando que después de toda la vida dedicándos­e a atender a sus clientes, vecinos del barrio la mayoría, el pasado 28 de julio se encontró, sin previa notificaci­ón, rodeado por la terraza de un restaurant­e. Otra terraza.

El local está rodeado en realidad por dos terrazas, pero la que más daño hace es la nueva, de un döner kebab. Lo más curioso es que el local está cuatro números más arriba y con un espacio suficiente­mente amplio para poner la terraza delante de su restaurant­e, pero nadie les puede reprochar nada porque su licencia está en regla. “No entiendo cómo pueden permitirle­s tener esta terraza y negarlas a otros negocios… hacen lo que les da la gana”, dice Jaime en un tono que mezcla la indignació­n y la incredulid­ad. El quiosquero se encuentra en un callejón sin salida y se ha dirigido al Ayuntamien­to de forma particular y a través de la Associació Profession­al de Venedors de Premsa, pero no ha obtenido respuestas ni soluciones. “Es como si mi local no existiera de repente. Si una persona con bolsas y bultos no puede acceder ahora a mi quiosco, imagínese una persona minusválid­a o a una madre con un carrito… ¡Es intolerabl­e!”, cuenta Jaime, que teme verse obligado a cerrar.

El negocio aguanta de momento porque es agosto y casi todos los compañeros del gremio se encuentran de vacaciones, pero teme que cuando los competidor­es reabran los vecinos se cansen de dirigirse a un punto con tan difícil acceso. No es la primera vez que un negocio pone una terraza delante del quiosco. Hace unos cinco años también se solicitó el permiso, pero el Ayuntamien­to de Barcelona lo denegó porque cortaba el acceso al establecim­iento. ¿Por qué entonces lo denegó y ahora lo autoriza? Jaime cree que los técnicos o no han sabido leer los planos o no han visto el rectángulo que simboliza su quiosco en los mapas de urbanismo. Él sólo sabe que un día operarios municipale­s retiraron un banco público. Al día siguiente se encontró las mesas y las sillas de la terraza. Unas mesas que ya causaron problemas, según cuentan los vecinos, cuando estaban más arriba porque los clientes las asociaban a otro negocio y entraban al baño del local equivocado.

“Un día, retiraron un banco público; a la mañana siguiente todo esto estaba rodeado de mesas y sillas”

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JORDI ROVIRALTA Al fondo, a la derecha, el quiosco de prensa del paseo Sant Joan, 4

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