El Poblenou estrenará las esperadas supermanzanas
Nueve manzanas modificarán la configuración de la circulación para reducir la presencia de coches a la mínima expresión
Ha llegado la hora de la verdad para las supermanzanas. Existe una en Gràcia desde hace más de diez años pero su implantación en la trama Cerdà ha despertado la curiosidad incluso de la prensa internacional. Hasta ahora no dejaba de ser una propuesta teórica interesante pero el 5 de septiembre se pasará a la acción y empezará a materializarse en el Poblenou.
El perímetro situado entre las calles Badajoz, Pallars, Llacuna y Tànger será el laboratorio del nuevo modelo urbanístico, el primer lugar en poner en práctica las diversas ideas que conllevan las supermanzanas. La palabra en cuestión, a grandes trazos, es el paraguas de un conjunto de actuaciones urbanísticas que la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, resume como “ganar la calle para la ciudadanía”.
El peatón le gana la partida al coche en estos nuevos espacios, así que el principal efecto directo es la limitación de circulación de vehículos. Los cuatro espacios centrales de los cruces de la manzana que queda en el centro del proyecto del Poblenou se convertirán en cuatro nuevos espacios de unos 2.000 metros cuadrados para la ciudadanía. Si los niños podrán jugar a pelota sin entenderlo como un deporte de riesgo y los mayores se podrán tomar un café en el chaflán que hasta ahora ocupaban los camiones en una zona de carga y descarga es algo que se sabrá a finales de septiembre.
Lo más visible en un primer momento serán los cambios en la movilidad. Los vehículos privados estarán obligados a girar en todas aquellas intersecciones interiores de la supermanzana, impidiendo que puedan circular y continuar en línea recta. Es decir, si alguien entra con el coche en el espacio de la prueba piloto acabará viendose obligado a girar en la siguiente intersección hasta llegar a la calle por la que ha entrado en una especie de bucle. Así se evita que los coches pasen por las calles si no es estrictamente necesario para acceder a algún punto concreto de esa manzana o a un parking.
El objetivo no es otro que reducir la circulación de vehículos a la mínima expresión, que el espacio sea para las bicis y los peatones. “Todos los coches podrán acceder pero a sabiendas de que serán expulsados en el siguiente cruce; las calles de la supermanzana no dejarán cruzar de un lado a otro”, destaca el director de modelo urbano del Ayuntamiento, Ton Salvadó, convencido de la revolución que supone el proyecto. “Una nueva manera de entender la ciudad”, remarca, en la que la jerarquía viaria prioriza el peatón en lugar del coche.
Dentro de las supermanzanas no habrá lugar tampoco para el transporte público, que será derivado a lo que se denomina como ‘vías básicas’, por las que se desviará la circulación . En este caso será en la ca-
Unas señales advertirán a los conductores que no podrán atravesar las intersecciones
lle Pujades donde se instalarán las paradas de las líneas de autobús 6 y H14 que hasta ahora estaban en Almogàvers. La parada del 40 y el 42 se trasladará a la calle Ávila, fuera del perímetro en el que se desarrollará la prueba piloto. El director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, Salvador Rueda, aleja miedos y asegura con confianza que “no hay elementos que hagan pensar en posibles problemas de tráfico”.
Los cambios en la movilidad se realizarán el fin de semana del 3 y 4 de septiembre y estarán operativos a partir del lunes 5 de septiembre. Una serie de señales verticales y horizontales indicarán la modificación de la circulación e informarán que se está entrando en una supermanzana. En todo el perímetro la velocidad de los vehículos a motor estará limitada a 10 km/h, como en algunas calles semipeatonales de Ciutat Vella.
Hasta aquí el envoltorio de la supermanzana. Luego falta morderla y decidir qué se hace en ella. De eso se encargaran más de 200 alumnos de diferentes escuelas de arquitectura de Barcelona durante el mes de septiembre. Implantarán diversas propuestas para activar los cuatro espacios públicos liberados de coches en los cruces del centro de la supermanzana con la idea de darle un nuevo uso atractivo para los vecinos. Para cada cruce hay previsto una área distinta: cultura, ocio, participación e intercambio.
Los estudiantes harán el diagnóstico y las propuestas del 5 al 11 de septiembre. Del 12 al 22 tendrán tiempo para probar y empezar a poner sobre el terreno elementos de mobiliario urbano con material reciclado que se producirá en negocios y centros de fabricación digital del barrio. El gobierno municipal estudiará los proyectos planteados por los jóvenes y los resultados de la experiencia piloto para valorar cuáles de ellos se aplicarán.
Más allá del Poblenou, el Ayuntamiento tiene previsto invertir diez millones de euros en el desarrollo de las supermanzanas hasta el 2019. La prueba experimental que se hará en el Poblenou es lo que Janet Sanz denomina “una inversión táctica”. Esto es, “actuaciones de bajo presupuesto, temporales y reversibles que permiten ver como funcionará la aplicación del modelo teórico”. Tan sólo gastarán 55.000 euros y servirá para ver el funcionamiento de muchas cosas que se aguantan sobre el papel pero no se sabe si resistirán al asfalto. Si fallan, no hay problema, ya que ni se habrán levantado zanjas ni tirado nada abajo.
Si las cosas van bien en esta supermanzana del Poblenou, a partir del año que viene se impulsarán proyectos similares en otras zonas del distrito de Sant Martí. Luego vendrán Sant Andreu, Prosperitat, Horta y Sant Gervasi. El gran reto será llegar al Eixample, emblema del urbanismo barcelonés en el que reina el coche.
La velocidad máxima permitida para coches en la zona se reducirá hasta los 10 km/h Más de 200 estudiantes de arquitectura afinarán a pie de calle los detalles del proyecto