Ni un día de retraso en pagar la luz
Los yihadistas ahogan en multas e impuestos a la población mientras cuidan sus privilegios
Los yihadistas no sólo oprimen a la población con su severa interpretación de la ley islámica, también los asfixian económicamente.
Los bombardeos de la coalición internacional que dirige Estados Unidos y la pérdida de territorio en favor de los kurdos han desestabilizado el sistema de financiación del grupo, que ha visto cómo desaparecía una parte notable de los beneficios obtenidos gracias al comercio de recursos como el petróleo y la electricidad. Para compensar esas pérdidas, los yihadistas han establecido una política de tasas e impuestos que, sumadas a los elevados precios de los productos y servicios básicos, está dejando a muchos sirios al borde de la ruina.
En Raqa la población trabaja básicamente en la agricultura, la ganadería y en pequeños comercios. El salario medio oscila entre los dos y los cuatro dólares al día, es decir, de los 60 a los 120 mensuales. No obstante, los precios de los alimentos básicos no distan tanto de los que tenemos en Occidente. Un litro de aceite o una docena de huevos cuestan en el cambio real unos dos dólares; un kilo de azúcar, un dólar, y un kilo de carne de cordero, cinco; la gasolina sube hasta 1,40 el litro, y el gas a 0,35. El suministro de agua y luz asciende hasta los 3,6 dólares, aunque los hogares sólo tienen luz dos horas al día.
Se trata de cantidades inasumibles para los civiles. En cambio, los combatientes del grupo yihadista gozan de condiciones privilegiadas. Aunque los sueldos varían en función de la situación económica del grupo, multiplican hasta por siete los del resto de la población. El salario medio de los yihadistas locales ronda los 100 dólares mensuales (aunque suele llegar hasta los 300 si están casados y tienen hijos a su cargo). El de los de los combatientes extranjeros puede escalar hasta los 400. Sueldos casi netos si se tiene en cuenta que las familias de los miembros de EI tienen cubiertos los gastos de alimentación, agua, luz y gas, y atención médica.
Estas desigualdades están creando un profundo malestar entre los civiles, sobre todo, desde que el Estado Islámico se ha sacado de la manga nuevas penalizaciones como las multas por el retraso en el pago del recibo de la luz. Aplazar un solo día la retribución de la factura conlleva una sanción automática que puede llegar hasta los diez dólares, además de quedarse a oscuras durante una semana entera para compensar la demora.
La coalición liderada por Estados Unidos ha puesto en marcha una campaña de contrapropaganda para denunciar ante la población siria estas desigualdades. Desde hace unos meses se lanzan octavillas desde aeronaves. En junio arrojaron miles en la ciudad de Al Mayadin, en la provincia de Deir Ezzor. Con el título El racismo de la organización Daesh (acrónimo del EI), los panfletos recogían una comparativa de los sueldos, las viviendas y los puestos
Cuando se agota el dinero muchos optan por unirse al EI para poder mantener a sus familias
asignados a los miembros del grupo en función de su procedencia, mostrando de forma didáctica los privilegios de los yihadistas en comparación con los locales.
No obstante, sobre el terreno, es imposible que los civiles puedan alzarse en protestas para cambiar su situación. Por eso, pese a los castigos y las humillaciones, cuando se les agotan los ahorros y su sueldo ya no les da para pagar los recibos, las multas y los alimentos, muchos acaban optando por la única salida posible: alistarse en el Estado Islámico con el solo propósito de poder mantener a sus familias.