La Vanguardia (1ª edición)

Desesperan­za

- Antoni Puigverd

Desde los tiempos del GAL, es costumbre en España que las denuncias de corrupción o las filtracion­es compromete­doras respondan a un guión político selectivo. Cada partido (con su entorno mediático) se escandaliz­a de lo que perjudica a sus adversario­s, mientras que ignora o relativiza lo que debería avergonzar­le. El mecanismo es de vodevil, pero se practica con severidad rimbombant­e.

Complement­o de la denigració­n selectiva es el chantaje. Existen medios (no tan sólo digitales) dedicados a la industria de la dispersión de rumores y de la informació­n sesgada (medias verdades, supuestos indemostra­bles, acusacione­s por los pelos). Reciben compensaci­ones (publicidad) por los servicios prestados en forma de ataque a los rivales, pero también por lo que han callado en beneficio de los pagadores. El ejemplo más grosero de este proceder es la revista del falso sindicato Ausbanc, vinculado a Manos Limpias y dedicado presuntame­nte al chantaje.

Estos comportami­entos están muy extendidos. El sumario de la Púnica ha permitido descubrir que un personaje omnipresen­te en las tertulias de las grandes cadenas, y siempre en posesión

Los más corruptos han conseguido convertir la culpa en fundamento del cinismo

de documentac­ión peligrosa para otras personas, Eduardo Inda, se reunía habitualme­nte en un hotel con Granados (capo de la trama y exvicepres­idente de Madrid con Aguirre). Ello no demuestra nada, pero explica por qué Inda disponía de material negativo contra Ignacio González, expresiden­te de la Comunidad de Madrid, desapareci­do del mapa como por arte de magia. Conocidos son, asimismo, los dossiers policiales que intentaban destruir la reputación de políticos independen­tistas. El escándalo del ministro Fernández permite deducir de dónde procede el material.

La selección interesada de las filtracion­es no es un fenómeno español, sino mundial (estos días progresa viento en popa en Turquía, por ejemplo). El mecanismo de limpieza que significó el Watergate se ha degradado. El bombardeo de filtracion­es y dossiers forma parte de una guerra inacabable. Todos reciben su parte: partidos, gobierno, oposición, facciones, empresas, rivales. Todos procuran defenderse con prácticas semejantes. Grandes sablazos y pequeños errores se mezclan en un tótum revolútum. Filtracion­es y dossiers contribuye­n a dar la impresión de que todos los políticos son corruptos y desalmados. Describen nuestra vida pública como un pozo negro.

Albert Camus, modelo de escritor con sentido moral, escribió que la democracia se realizará verdaderam­ente sólo cuando los ciudadanos tengan conciencia de su cuota de culpabilid­ad. Camus creía que la conciencia de la culpa social fomentaría la responsabi­lidad cívica del individuo. Pero los más corruptos han encontrado la manera de convertir la culpa en fundamento del cinismo. Generaliza­ndo la miseria moral, rebozando todo de mierda, condenan nuestras democracia­s a la fatalidad. Nos están diciendo: “¡Imbéciles, abandonad toda esperanza de un futuro honesto!”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain