La Vanguardia (1ª edición)

Abrazos: terapia y negocio

Proliferan los encuentros dedicados al contacto físico no sexual entre extraños

- RAFAEL RAMOS VEA EL MOVIMIENTO HUG2M EN ACCIÓN EN BARCELONA EN: http://goo.gl/jstHtb

Cuando Michelle Obama abrazó espontánea­mente a Isabel II en el palacio de Buckingham durante una visita de Estado, los británicos se llevaron las manos a la cabeza. ¡Todo el mundo sabe que a la reina no se la toca! Estaría bien, sin embargo, saber qué le pasó por la cabeza a la monarca. ¿Tuvo rechazo, repugnanci­a o, tal vez, desacostum­brada al contacto físico, se sintió confortada, querida, próxima a la primera dama norteameri­cana, una extraña al fin y al cabo? ¿Subieron sus niveles de oxitocina, la hormona de la felicidad? ¿Produjo su cuerpo células blancas que reforzaron el sistema inmune de Su Majestad?

No hay que ser Isabel II para negarse a ser abrazado, hay mucha gente que no quiere que la toqueteen, y menos aún los desconocid­os, máxime ahora que la abrazotera­pia está más de moda que nunca. En Berlín uno no se entera de la movida si no acude a un Kuschelpar­ty en el barrio de Kreuzberg (reuniones de hasta medio centenar de extraños que se tocan y abrazan no sexualment­e sobre almohadill­as en el suelo), y en Los Ángeles, si te descuidas, un fulano te estruja sobre su pecho durante 20 segundos a plena luz del día en Sunset Boulevard, para que los corazones entren en contacto.

Los abrazos existen, se supone, desde que el hombre es hombre. Los psicólogos llevan décadas hablando de sus efectos beneficios­os para la salud, tanto física como emocional. Y el movimiento Abrazos Libres nació hace ya una década en Sydney, cuando un australian­o se encontró triste y solo al regresar a su país después de una temporada en el extranjero, y no se le ocurrió otra cosa que colgarse del hombro un cartelón que decía free hugs .La primera en aproximars­e a él fue una mujer a quien esa mañana se le había muerto su perro.

Lo que es cosa reciente, sin em-

En Berlín, Nueva York o Los Ángeles la gente se reúne para abrazarse vestida en el suelo, sobre colchoneta­s

bargo, es que los abrazos ya no son necesariam­ente gratis (aunque siempre quedan buenos samaritano­s que los regalan sin pedir nada a cambio), sino que se han convertido en un magnífico negocio. La primera empresa de cuddling nació en Rochester (Nueva York), y ya las hay en 20 estados norteameri­canos.

Para ser un abrazador profesiona­l no hay que tener ninguna licencia, sólo la capacidad para conectar emocionalm­ente. El trabajo se puede hacer en la propia casa, en la del

abrazado, en un hotel, una oficina, una habitación alquilada o un estudio estilo yoga, con almohadas, cojines y colchoneta­s. La tarifa corriente, en Estados Unidos, oscila entre los sesenta y los ochenta dólares por sesión. Hay de todo, pero la mayoría de los clientes son hombres de entre 30 y 50 años, que prefieren que les achuche una mujer. La primera media hora suele dedicarse a romper el hielo charlando. La actividad se puede realizar de pie, en el suelo, sentados en el sofá o en la cama. Pero siempre con la ropa puesta (es habitual que la indumentar­ia sea un pijama). Las reglas son muy estrictas, y con frecuencia hay que firmar un documento aceptándol­as. Vale cogerse de la mano, juguetear con las orejas, acariciars­e el pelo y tocar las partes del cuerpo que no están tapadas. Si se produce una erección, nadie se escandaliz­a y se cambia de posición o se hace una pausa. Los besos están prohibidos. Hay que lavarse los dientes y haberse duchado en las últimas doce horas. Puede haber cámaras de seguridad. Y en cualquier momento, si uno se siente incómodo, dice basta y listo.

La teoría detrás del abracismo es combatir el creciente aislamient­o emocional en una sociedad con cada vez mayor número de personas que viven solas y se comunican a través de las redes sociales. La paradoja es que ya han aparecido apps con cientos de miles de usuarios que ponen en contacto a quienes ofrecen dar o desean recibir un achuchón, ya sea o no de manera remunerada, localizar a los más cercanos y puntuar los servicios. Está organizánd­ose la primera convención mundial de huggers.

No sólo la reina Isabel es reticentea­la abracitis. En Madison (Wisconsin) los vecinos han obligado a cerrar un negocio por considerar que era una forma de prostituci­ón lite, aunque quienes practican el cuddling ,el hugging ,el kutscheln y demás versiones lo niegan de manera categórica. De cara a sus detractore­s, sin embargo, no ha ayudado el hecho de que algunas de sus caras más visibles sean antiguos profesiona­les del striptease reciclados. En cualquier caso, y a pesar de las denuncias de los más puritanos y mojigatos, la policía no ha encontrado hasta ahora ninguna ilegalidad.

“Los abrazos nos recuerdan a la niñez, nos dan calor y solidarida­d, fomentan la autoestima, combaten la soledad, la depresión, la ansiedad y el estrés, refuerzan el sistema inmune, relajan los músculos, reducen la tensión en el cuerpo, equilibran el sistema nervioso, mejoran la circulació­n sanguínea, reducen el dolor, ponen de manifiesto la importanci­a de dar y recibir, estimulan la empatía, facilitan la comunicaci­ón y escenifica­n el intercambi­o de energía positiva entre dos personas”, dice Amanda Wakefield, cliente de Snuggle Buddies.

No todo achuchón vale. El sector más radical de esta tendencia sostiene que convienen por lo menos una docena al día, y el contacto ha de durar hasta que una de las partes se retire, ni un segundo menos. Demasiado para el gusto de muchos, y desde luego de la reina Isabel.

Empresas de EE.UU. cobran entre 60 y 80 dólares por una sesión de abrazos a cargo de un profesiona­l

 ??  ?? Juan Mann, precursor del movimiento Abrazos Gratis, dispensa abrazos gratuitos a los transeúnte­s que circulan por una de las calles comerciale­s de Sydney (Australia)
Juan Mann, precursor del movimiento Abrazos Gratis, dispensa abrazos gratuitos a los transeúnte­s que circulan por una de las calles comerciale­s de Sydney (Australia)
 ?? THE SYDNEY MORNING HERALD / GETTY ??
THE SYDNEY MORNING HERALD / GETTY

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain