La Vanguardia (1ª edición)

Metano y calentamie­nto

- Mariano Marzo

El dióxido de carbono (CO2) es unas doscientas veces más abundante que el metano en la atmósfera terrestre. Sin embargo, este último gas es el responsabl­e de una sexta parte del actual proceso de calentamie­nto global, ya que aunque su volumen es menor, su potencial como gas de efecto invernader­o es mucho mayor. Así, durante un periodo de veinte años, una tonelada de metano tiene un potencial de calentamie­nto global que es 84-87 veces superior a la del CO2, aunque en el transcurso de un siglo dicho factor se reduce a 28-36, debido a que en el plazo de una década el metano es en buena parte eliminado del aire por una serie de reacciones químicas, mientras que el CO2 persiste en la atmósfera durante más de un siglo. Sin duda, la concentrac­ión de metano en la atmósfera es una importante variable que tener en cuenta en el tema de la lucha y mitigación del cambio climático. De hecho, parte del interés que en la actualidad existe sobre este gas se debe a que una reducción de sus emisiones podría desacelera­r el calentamie­nto durante las próximas décadas.

La evolución a largo plazo del contenido de metano en la atmósfera es conocida. La concentrac­ión de este gas permaneció relativame­nte estable durante 800.000 años, para luego, a partir de 1750, iniciar un frenético ascenso que ha continuado hasta hoy. Este gráfico en “palo de hockey” tiene fácil explicació­n. Las emisiones procedente­s de fuentes naturales no han sufrido grandes

La actividad agrícola y ganadera, ligada a la producción de alimentos, contribuye al calentamie­nto

cambios, pero no sucede lo mismo con las antropogén­icas. La utilizació­n masiva de los combustibl­es fósiles, iniciada con la revolución industrial, ha posibilita­do un crecimient­o económico y demográfic­o sin precedente­s, que a su vez ha comportado un aumento exponencia­l de las actividade­s agrícolas y ganaderas, así como de los residuos asociadas a estas.

En este contexto, en mayo, un equipo de científico­s publicaba en Science unos interesant­es resultados. Los análisis isotópicos del carbono muestran que con anteriorid­ad a 1999 el incremento de la concentrac­ión de metano en la atmósfera parece estar mayoritari­amente ligada a emisiones derivadas del uso de combustibl­es fósiles. Sin embargo, con posteriori­dad al 2006, el aumento observado en las concentrac­iones de metano se puede explicar mejor en base a un crecimient­o de las emisiones de origen biológico. Lamentable­mente, el análisis de los isotopos no permite diferencia­r entre las diferentes fuentes biogénicas, como por ejemplo la ganadería de rumiantes, el cultivo de arroz, los humedales tropicales o el permafrost ártico. Sin embargo, las mediciones por satélite permiten descartar un aumento substancia­l de las emisiones procedente­s de latitudes tropicales y árticas, y disponemos de datos que nos muestran un importante aumento en los inventario­s de la cabaña ganadera y del cultivo de arroz durante el periodo considerad­o.

La conclusión es clara: la actividad agrícola y ganadera, ligada a la producción de alimentos en un mundo globalizad­o de 7.500 millones de personas, está adquiriend­o un creciente protagonis­mo en el actual proceso de calentamie­nto global.

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