Al Síndic también le preocupa la supermanzana
La prueba piloto de supermanzana que el Ayuntamiento ensaya en el Poblenou sigue en el centro de la polémica. Las críticas vivieron anteanoche otro capítulo, protagonizado por unos 300 vecinos y la teniente de alcalde Janet Sanz y el concejal del distrito, el arquitecto Josep Maria Montaner. Ambos aguantaron durante tres horas el chaparrón –también hubo elogios– en la confluencia de las calles Almogàvers y Ciutat de Granada, el cruce del parla- mento, según los estudiantes de arquitectura que han buscado nuevos usos temporales al espacio arrebatado a los coches.
A las quejas de los vecinos se sumó ayer el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, que ha actuado de oficio y ha pedido información al Ayuntamiento sobre los problemas de movilidad ocasionados. Ribó tiene competencias para ejercer su función ante todas las administraciones de Catalunya, incluida la alcaldía, aunque este es el terreno natural de la Síndica de Greuges de Barcelona, que de momento no se ha pronunciado públicamente sobre este caso.
Rafael Ribó quiere saber cómo se solventarán los problemas denunciados por los vecinos y los comerciantes de la zona. También les ha animado a que le hagan llegar sus quejas (sindic.cat o el teléfono gratuito 900 124 124). Se trata de un nuevo jarro de agua fría para el Ayuntamiento, que defiende la bondad del plan –humanizar la ciudad y reducir el tráfico–, aunque reconoce la necesidad de mejoras y ha visto como le golpean donde más le duele: los vecinos se quejan de que no les han consultado ni informado. El Síndic también quiere averiguar el grado de participación ciudadana del proyecto y si se estudiaron todos los pros y los contras.
A juzgar por las opiniones mayoritarias del cara a cara de anteanoche con representantes municipales, el Ayuntamiento ha actuado con precipitación. El tráfico no se ha reducido, sino que se ha trasladado a otras calles. Los vecinos del cruce del parlamento también criticaron que se presentara como una ventaja la posibilidad de debatir allí, en medio del asfalto, en uno de los cuatro cruces ahora vetados al tráfico. “Pero si ahí al lado –señalaron en dirección a la inacabada plaza del Jardí del Sol, a unos metros– hay un solar donde podríamos reunirnos y no hay ni un banco”.
Cualquiera que pasee por la supermanzana de noche, entre las calles Badajoz, Pallars, Llacuna y Tànger, comprobará que el área interior se ha desertizado. En Roc Boronat, a la altura de Sancho de Ávila, los estudiantes de Arquitectura levantaron un espectacular iglú de plástico, que mantuvieron en pie con un ruidoso transformador hasta medianoche. “¿Pero esto qué es?, se preguntaban en los pisos más cercanos a esta muestra de arquitectura efímera. El barrio elogia la colaboración de los futuros arquitectos, pero sin cheques en
La teniente de alcalde hace de moderadora, reparte el micrófono y da turnos de palabra en un debate ciudadano
blanco: una fuente, les reprochan, no es lugar para lavar neumáticos –otro de los materiales que han reciclado para sus propuestas– ni cabe olvidar medidas de precaución básicas en una escalera o un andamio. “Abucheadme a mí, pero no a los estudiantes”, rogó Janet Sanz en el debate del lunes. Habrá más encuentros el viernes y el sábado.
La teniente de alcalde, a quien algunas vecinas se referían como “la nena”, hizo gala de un dominio envidiable: repartió el micrófono, tomó turnos de palabra y se acordó del nombre de pila de todos los intervinientes. Flanqueada por el concejal del distrito y el director de la Agencia de Ecología Urbana, reconoció que tenían que haber informado más y mejor y que se han hecho cosas mal, pero “no hay nada irreparable porque sólo es una prueba”. Alguien al fondo musitó: “Pues otra vez los experimentos, con gaseosa”.