Las prioridades de la agenda
MARIANO Rajoy explica en un libro autobiográfico (En confianza) que nació en Santiago de Compostela por decisión de sus padres, que por entonces vivían en Piedrahíta, en Ávila, donde su padre ejercía de juez. Así que llegó al mundo en Galicia por expreso deseo paterno, porque también sus progenitores eran de esa tierra, y siempre se ha sentido “muy gallego y muy unido a su ciudad, como también a Pontevedra”. Sesenta años después, Rajoy se vuelca en su territorio, porque siente que estos pagos decidirán su futuro político: una victoria clara del PP en Galicia reforzaría su posición, más aún si el PSOE se convierte en la tercera fuerza tras las Mareas. A nadie le ha de extrañar, pues, que el presidente en funciones, que administra mucho sus apariciones públicas, incluso en tiempo de elecciones, haya llenado su agenda en los próximos días. Rajoy se ha comprometido a estar presente en veinte actos, que el equipo de campaña le ha concentrado en ocho días. Un maratón para un hombre que prefiere los paseos cortos a las carreras largas, tanto en los días de asueto en Sanxenxo como en las jornadas de trabajo en Madrid.
Sorprende que tanto esfuerzo y dedicación no tenga su correspondencia en Catalunya, que es el principal problema del Estado, tal como reconoció el propio líder del PP. La semana de la Diada, Rajoy no buscó un acto en tierras catalanas para mandar un mensaje a las clases medias a fin de que entendieran que el Gobierno cuenta con un plan que contraponer al desafío soberanista. Un tuit deseando feliz Diada fue un pobre balance para bajar la temperatura política.
Puede entenderse que Galicia sea primordial para Rajoy, pero cuesta pensar que lo sea más que Catalunya. “Entre un vapor y un velero manda el primero”, escribió sabiamente el poeta inglés Thomas Gray. A orillas del Atlántico se juega el presente, pero en el Mediterráneo dirimirá su futuro. Y el vapor está listo para partir.