Como si fuera ayer
Hallado en perfecto estado, en el fondo del Ártico, el buque británico que naufragó hace casi 170 años
Como si fuera ayer, aunque 168 años después. Un equipo de investigadores han anunciado el descubrimiento en las profundidades de una bahía del Ártico, y “en perfectas condiciones”, del HMS Terror, el legendario buque comandado por el explorador sir John Franklin que naufragó en aguas canadienses en 1848 cuando pretendía descubrir el llamado paso del Noroeste, entre los océanos Atlántico y Pacífico, una vía directa desde Europa a Asia.
“El Terror fue hallado el 3 de septiembre en una perfecta cámara del tiempo”, declaró a los medios Adrian Schimnowski, el líder de la expedición de la Arctic Research Foundation (ARF) a bordo del Bergman ,al explicar esta semana el hito alcanzado, la última y una de las más codiciadas piezas de la arqueología marina que ha alimentado misterios, canciones, poemas o novelas.
El otro buque que formaba parte de la expedición de Franklin, el Erebus, lo localizaron en el 2014. El experimentado capitán de la Navy y sus 128 hombres perdieron la vida tras verse atrapados por el hielo en 1846 y tratar de sobrevivir al naufragio en territorio canadiense. Los sensores detectaron el barco a unos 24 metros de profundidad, en las heladas aguas de la llamada Terror Bay, un pequeña hendidura en la costa de la isla del Rey Guillermo, en la zona oeste, donde reside la comunidad inuit de Gjoa Haven.
Este pasado domingo, los investigadores consiguieron introducir en el interior del buque, por una de las escotillas, un submarino manejado a distancia. Sus imágenes han causado asombro, por el orden y la conservación en la embarcación. En la despensa había platos, una lata en medio de las estanterías vacías y dos botellas de vino. Los tres mástiles estaban partidos, pero todavía en pie. La grabación ha permitido identificar elementos que lo identifican sin duda con el Terror, como la campana, los utensilios de cerámica o los cañones.
El casco todavía parece intacto, según Schimnowski, de manera que, de sacarlo, aún flotaría. El torno del ancla conserva la cuerda como si estuviera amarrado al fondo del océano. Esto ha hecho pensar a los investigadores que los tripulantes decidieron cerrar el Terror y reagruparse todos en el Erebus.
El Gobierno de Canadá, con el ex primer ministro Stephen Harper como gran valedor, comunicó en el 2008 su prioridad de encontrar los dos navíos desaparecidos en el misterio. Dispuso de millones de dólares para la aventura.
Uno de los principales impulsores de la ARF ha sido el magnate y filántropo Jim Balsillie, cofundador de Reseach in Motion, la creadora de Blackberry.
Pese al despliegue económico y tecnológico, todo empezó con la pista imposible. El inuit Sammy Kogvik, guardabosques de 49 años de Gjoan Javen, desveló de forma casual un secreto en su primer día como tripulante en la Bergman. Los esfuerzos por encontrar el Terror resultaban en vano. Schimnowski aseguró que mantuvo entonces una conversación con Kogvik.
El inuit le habló de sus navegaciones en el pasado y se centró en algo que le sucedió hacía siete años. Le contó que iba con una moto de nieve sobre la superficie helada de la Terror Bay.
Recordó que había mirado hacia atrás, para ver dónde estaba su compañero de cacería cuando de pronto vio algo que emergía del hielo. Los dos lugareños se detuvieron ante lo que pensaron que era el mástil de una embarcación. Kogvik tomó unas fotografías. Al llegar a casa, sin embargo, descubrió que había perdido la cámara y que, por tanto, se había quedado sin las pruebas.
“Mantuvo la historia en secreto porque pensó que la gente no le creería”, afirmó Schimnowski a Associated Press. En conversación con The Guardian añadió que era mejor callar, por si lo de la cámara no era más que un presagio “de los malos espíritus”, algo en lo que han creído los inuit desde que se produjo el naufragio y que han cultivado en su tradición oral.
Schimnowski se creyó su relato.
La pista facilitada por un inuit permite dar con el navío que comandó sir John Franklin