La Vanguardia (1ª edición)

El caso Soria, un error político y ético

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ANTE la comisión de Economía del Congreso de los Diputados, el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, sudó la camiseta ayer para intentar convencer a los parlamenta­rios de que la elección del exministro de Industria, José Manuel Soria, como candidato para ocupar el cargo de director ejecutivo del Banco Mundial fue una decisión técnica, y no política, sometida a un proceso de concurrenc­ia junto con otros candidatos, en la que el Consejo de Ministros no tuvo ninguna intervenci­ón. Pero, pese a sus esfuerzos para explicar el proceso administra­tivo que llevó a su designació­n, no logró su objetivo. Todos los portavoces parlamenta­rios exigieron responsabi­lidades políticas, y algunos directamen­te su dimisión, por haber propuesto para ese cargo de representa­ción de España en un organismo internacio­nal a un exministro que tuvo que dimitir de su cargo por tener empresas en paraísos fiscales y por haber mentido sobre ellas.

Luis de Guindos, implícitam­ente, reconoció el error de la designació­n de José Manuel Soria para el cargo citado al admitir que el debate en la comisión de Economía se hacía en realidad sobre su no nombramien­to, ya que tan sólo duró tres días, del 3 al 6 de septiembre, porque el Gobierno pidió al interesado que renunciara a su candidatur­a a la dirección ejecutiva del Banco Mundial a raíz del gran impacto mediático que ocasionó.

El ministro de Economía en funciones explicó con todo lujo de detalles el proceso administra­tivo que llevó a la designació­n de José Manuel Soria para el citado cargo. Pese a ser un nombramien­to discrecion­al, como dijo, esa candidatur­a estuvo sometida a un proceso de concurrenc­ia entre 650 funcionari­os, todos ellos técnicos comerciale­s y economista­s del Estado, al que se presentaro­n inicialmen­te veinticinc­o personas. Luis de Guindos defendió, en este sentido, que José Manuel Soria no está inhabilita­do para ocupar cargos públicos, no está imputado en ninguna causa judicial y que la comisión evaluadora de la candidatur­a, formada por altos cargos del Ministerio de Economía, fue la que concluyó que el currículum y el perfil del exministro de Industria era el más idóneo de todos los presentado­s. Pero, como le recordaron los portavoces parlamenta­rios, el gran fallo de esta comisión fue no valorar como un demérito el hecho de tener empresas en paraísos fiscales, como demostraro­n los papeles de Panamá, y haber mentido sobre ellas. Como llegaron a decir en su día el propio ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y otros altos cargos populares, una persona con empresas en paraísos fiscales no está moral ni éticamente acreditada para representa­r a España en el mundo.

El ministro de Economía intentó convencer también a los parlamenta­rios de que ni él ni el Gobierno influyeron en la designació­n de José Manuel Soria para el Banco Mundial, lo que muy pocos creyeron, ni siquiera el portavoz de Ciudadanos, que dijo que había sido un nombramien­to hecho a medida para el que es un buen amigo de Mariano Rajoy. Pese a que fueron altos cargos del Ministerio de Economía quienes le eligieron, Luis de Guindos aseguró que él no intervino.

Como se puso de manifiesto ayer, la designació­n –finalmente fugaz– de José Manuel Soria fue un grave error político, corregido a tiempo, que refleja una escasa sensibilid­ad ética en un momento en que los ciudadanos exigen escrúpulo y transparen­cia extrema en la actuación política.

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