La Vanguardia (1ª edición)

Aguas turbulenta­s

El calentamie­nto de los océanos amenaza la biodiversi­dad marina y la seguridad de las personas

- MARTA MONTOJO Barcelona

Los océanos, que hasta ahora han sido un fiel aliado en la lucha contra el cambio climático, han alcanzado su límite y ya no podrán protegerno­s más.

Desde la década de los setenta, los océanos y mares han absorbido hasta el 90% del calor adicional producido por los humanos, y un tercio del CO2 emitido, lo que ha reducido considerab­lemente el impacto del cambio climático sobre la superficie terrestre. Pero el mar se ha calentado tanto que los ecosistema­s marinos se deterioran, hasta tal punto que un 90% de las especies marinas “viven o están cerca de vivir en niveles insostenib­les”, según alerta la organizaci­ón Avaaz. Así, a medida que el planeta se calienta, los océanos enferman, y la superviven­cia de las especies peligra, lo que a su vez amenaza la salud de las personas que nos alimentamo­s de ellas. Además, se incentivar­á la desigualda­d entre países, en tanto que “los efectos sobre la seguridad alimentari­a serán probableme­nte peores en los países tropicales y subtropica­les, donde se considera que tendrán lugar las mayores reduccione­s de la producción pesquera”, señala el informe sobre calentamie­nto oceánico de la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza (UICN).

Por otra parte, el aumento de las temperatur­as marinas aumenta la probabilid­ad de que se produzcan tifones (ciclones tropicales) y los científico­s advierten de que las consecuenc­ias serán cada vez más severas. “Cuando el mar coge calor, adquiere también energía, que activa los procesos de ciclogénes­is y da lugar a fenómenos como tormentas, huracanes y tifones”, explica a este diario Miquel Canals, geólogo marino de la Universita­t de Barcelona.

El aumento de la temperatur­a del mar supondrá más tifones y sus consecuenc­ias serán más severas

“Mientras el planeta se siga calentando a este ritmo, los procesos serán más frecuentes y más virulentos”, añade.

Desde los microorgan­ismos hasta los grandes mamíferos, buena parte de la biodiversi­dad marina afronta unos “shocks térmicos” que desafían su hábitat, afectan a su fisiología y a su distribuci­ón.

Algunas zonas marinas ya han perdido la mitad de sus arrecifes de coral y para el 2050 los océanos

podrán haberse blanqueado por completo, alerta el citado informe. “Los corales viven en simbiosis con determinad­as algas que los dotan de color. Cuando esta relación simbiótica se deteriora, entre otras cosas, por el aumento de las temperatur­as, el coral se decolora (se blanquea) y puede morir de hambre”, explica Canals. El calentamie­nto oceánico también está afectando a las tortugas. “La temperatur­a del agua es crucial para los ciclos reproducti­vos de estos animales, ya que determina el sexo de los huevos que incuban”. Cuanto más caliente sea el agua, mayor será la probabilid­ad de que nazcan hembras, lo que modifica su estructura poblaciona­l”, afirma Bernat Hereu, biólogo marino de la Universita­t de Barcelona. Los peces, por su parte, han ampliado su rango de distribuci­ón. Ahora, se desplazan hasta 10 grados de latitud para encontrar hábitats más fríos, y esto afecta a la cadena trófica en su conjunto, pues los depredador­es han de adaptarse a esta nueva distribuci­ón de sus presas. Además del estrés térmico, los tiburones tienen que lidiar con el problema de la sobrepesca. “El 40% de los tiburones europeos están en peligro de extinción por la pesca de arrastre y la comerciali­zación de carne de tiburón”, de la que, según David Allen, investigad­or de la UICN, “España es una de las principale­s exportador­as”.

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FUENTE: Lista Roja de la UICN, National Geographic
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Daniela Dávila T. / LA VANGUARDIA

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