Una cita ineludible
La que descorcharán hoy Maika Makovski y el Quartet Brossa en el teatro Atlàntida de Vic será ya la vigésima octava edición del Mercat de Música de la capital de Osona. Una iniciativa que, en estos años de recorrido, se ha ido fraguando como una cita ineludible para quien esté interesado en auscultar el latido de la música moderna en Catalunya y más allá. Hemos pasado, es cierto, por etapas más y menos brillantes, errores y aciertos, vacas gordas y austericidios, pero es indiscutible que el Mercat de Música es un artefacto interesante para un amplio abanico de paladares.
El hecho de que el Mercat se sitúe en un terreno conceptual peculiar –no es un festival ni una feria, pero tiene bastante de estas dos cosas y alguna más– es, justamente, su principal arma. Los conciertos gratuitos que tienen lugar en escenarios como el de la plaza Major o El Sucre satisfacen las expectativas del público generalista (con especial relevancia para el más joven y festero), lo que contribuye a imbricar el MMVV en el tejido humano de Vic, su comarca y las colindantes. Por añadidura, las actividades musicales paralelas y no oficiales que de vez en cuando sorprenden al paseante refuerzan también este vínculo.
Más allá del mencionado vector popular, el Mercat incluye también propuestas de pago en los dos escenarios del teatro Atlàntida y las carpas que lo flanquean, destinadas a una audiencia más melómana y a profesionales del sector, como los programadores públicos y privados que asisten cada año. Este es, quizá, el tramo más interesante de la programación, al congregar conciertos en formatos singulares, presentaciones de nuevos trabajos y, por fortuna, bolos que entran en la categoría de lo menos evidente, propiciando saludables descubrimientos. La jugada, pues, es redonda.