La Vanguardia (1ª edición)

No le quitarán lo bailao

- Sergio Heredia

Le dijo el médico: –Mucha calma. Con suerte, volverás a caminar en cuatro o cinco meses. Con suerte, volverás a correr algún día. Con mucha suerte. Lo normal es que no vuelvas a correr nunca más.

Y el paciente miró para sus adentros y se dijo: –Ya lo veremos... El paciente tenía 71 años. Tiene 71 años. Estaba doblado de dolor.

Era marzo de este mismo año, y acababa de caerse de la moto. Una moto eléctrica china, muy graciosa y algo puñetera: si se moja, se para. Inopinadam­ente. Nadie sabe el porqué. Tampoco el mecánico, que ponía cara de póquer al verle entrar en el taller.

Iba de Barcelona a Sant Cugat, Vallvidrer­a arriba, cuando pilló una mancha de aceite. La típica mancha de aceite. La rueda resbala, el piloto se apoya en el pie y entonces el tobillo se va a hacer puñetas.

Fractura múltiple de tibia y peroné. Muy fea. ¡Qué mala pinta! Y 71 años a cuestas. Y el médico: –Con mucha suerte... Pero el nuestro no es un paciente al uso. Es un tipo cabezota que se ha pasado toda la vida haciendo deporte. Fue atleta, mediofondi­sta y decatleta. Saltaba con la pértiga. Ha entrenado a centenares de deportista­s. Todavía lo hace. Aún antes del accidente, podíamos verle triscando sobre el tartán del Club Universita­ri, al fondo de la Diagonal. O pedaleando por los Pirineos. Alguien que escucha y se escucha. –¿Con suerte? ¡Veremos! – se dijo. Desde el primer minuto preparó su regreso. Lo hizo a su manera. Pensando en el futuro. Y reflexiona­ndo acerca del presente. En la soledad del cuarto, con la pata mala sobre la almohada, escribió

A sus 71 años, se había partido el tobillo por diversas partes; tres meses más tarde ya corría de nuevo

sus cuitas en un diario. Cabòries, las llamó. Como el relato de un preso en la cárcel.

Así estuvo un mes. Quizá más tiempo. En mayo le dieron el alta. Podía irse a casa, pero quieto parao. –No ponga el pie a tierra. Puso cara de niño bueno. Puso el pie a tierra. Decidió acelerar el proceso. Tiene 71 años. ¡No tiene todo el tiempo del mundo! Se apretó las tuercas en el proceso de recuperaci­ón. Multiplica­ba la torsión, soportando los dolores de un callo entumecido. A finales de mayo caminaba. Con un taco y una muleta. A principios de junio se subía a la bicicleta. A finales de junio me dejó ojiplático: le vi corriendo cien metros sobre el tartán. Despacio y con cuidado. Pero corría.

Se ha pasado el verano arriba y abajo con la bicicleta. Subiendo las montañas y comentando la Vuelta a España.

–¿Os acordáis? ¡Por donde va Nairo subíamos el otro día! –recordaban sus amigos en el chat del grupo.

Este paciente sale barato a la Seguridad Social. A precio de saldo.

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