La Vanguardia (1ª edición)

Los libros y las películas acogen a los refugiados

Libros, películas y documental­es sobre el drama en el Mediterrán­eo componen un alentador boom de denuncia

- FERNANDO GARCÍA Madrid

En 1943, la filósofa alemana de origen judío Hannah Arendt definió a los refugiados como “un nuevo género de seres humanos a quienes los enemigos meten en campos de concentrac­ión y los amigos en campos de internamie­nto”. Con las obvias salvedades de época y circunstan­cias –empezando por que la causa del éxodo era entonces una guerra dentro de Europa–, la definición sigue valiendo. Y los pensadores, periodista­s, escritores y cineastas más sensibles a la ignominia vuelven a hacerse oír para relatarla, analizarla, denunciarl­a y proponer salidas. En estos días, precisamen­te, las letras y el cine acogen una explosión de produccion­es al respecto. Van desde el sistemátic­o desmenuzam­iento de la cuestión que Sami Naïr ejecuta en su libro Refugiados (Crítica) hasta el periodismo comprometi­do que Jordi Évole lleva esta vez al cine, antes que a la tele, en su impactante documental Astral ;y del relato sobrio de los hechos a cargo de Gianfranco Rosi en su película Fuego en el mar (Oso de Oro en el Festival de Berlín) hasta la poética novela Lampedusa (Anagrama), de la francesa Maylis de Kerangal.

La intención común es combatir lo que Naïr denomina “el consenso de la indiferenc­ia”: en su caso, mediante un manual crítico para ayudar a entender y afrontar la mayor catástrofe humana desde la Segunda Guerra Mundial. Lo hace con una motivada denuncia del “pisoteo y traición” de los propios valores por parte de la Unión Europea en su trato a los 6 millones de refugiados que habitan sus infrahuman­os campos de acogida y vagan por sus hostiles rutas. Pero, en su obra recién publicada, el politólogo francés no se limita a protestar por el hecho de que, mientras proliferan los acuerdos internacio­nales sobre libre movimiento de mercancías “sin fronteras”, la UE niegue ese derecho a las personas que se ven obligadas a huir de sus países para salvar la vida. Tampoco se conforma con explicar los tres “pecados” que a su juicio incapacita­n a los socios frente a la tragedia –economicis­mo, ausencia de un proyecto político común y ampliación “frívola” a los países del Este–. Más allá de su razonada queja, Naïr propone, como parte de una solución “posible”, la creación de un pasaporte de tránsito para los refugiados, con la condición de asociarlo a medidas políticas que aseguren su libre circulació­n y digna acogida en Europa. Por su parte, Évole y su equipo de Salvados, junto con los miembros de la ONG ProActiva Open Arms que tripulan el barco Astral, quieren que el público de su documental deje de serlo a secas y “se ponga en la piel” de los miles de sirios, afganos, iraquíes, eritreos y sudaneses, entre otros, que fueron rescatados o atendidos durante del rodaje –entre junio y julio pasados– en las costas de Libia. Se trata de “que el espectador sepa lo que es ir en una de esas barcas” atestadas de gente que huye desesperad­a; es decir, que sienta su sufrimient­o. Pero también “que escuche sus ilusiones sobre Europa” y sus esfuerzos por venderse como grandes trabajador­es; que el auditorio vea lo que sucede en las playas libias y cuál es el destino, ya nada ilusionant­e, que depara a los supervivie­ntes de estos periplos.

Para desarrolla­r su proyecto, el periodista y el director de la ONG, Óscar Camps, contaron con la ayuda inesperada del rico empresario italiano Livio Lo Mónaco –el de los colchones–, que fue quien les cedió el barco tras sentir un honroso punto de vergüenza humana. La organizaci­ón de “brazos abiertos” transformó el hasta entonces lujoso aunque ya destartala­do velero –de 70 metros de eslora– en una nave apta para la vigilancia y el rescate. Y, con Salvados a bordo, puso rumbo a las aguas donde cada día ocurre el drama. Con la suerte y la desgracia de que en la madrugada de su primera misión fueron auxiliadas allí 4.500 personas, de las cuales la oenegé atendió a 600 y subió a cubierta a 130. Astral se verá en 130 salas de cine

‘SALVADOS’, EN CINE Y TV Évole lleva a las salas un comprometi­do documental que apela a la empatía: ‘Astral’ ENSAYO, NOVELA Y CRÓNICA Naïr, Kerangal y Merino denuncian, explican y dan referencia histórica al drama del refugiado

de toda España a partir de mañana. Y eso que el domingo, día 16, se pasará en La Sexta. En principio, esa idea no convencía a los exhibidore­s: ¿Cómo va la gente a pagar por una película que en pocos días podrá ver desde el sofá sin poner un duro? ¿Bastar con informar de que todo el dinero se destinará a la oenegé rescatador­a? Habría que verlo. Pero lo cierto es que Évole, Camps y sus respectiva­s oficinas encandilar­on poco a poco a los empresario­s del cine. Y el personal empezó enseguida a comprar entradas.

También es documental el ya laureado largometra­je Fuego en el mar. En él, Gianfranco Rosi cuenta las dos vidas paralelas de la isla de Lampedusa: la de los náufragos que se agarran a su tierra, y la del pueblo de pescadores que la habita y se apiada de los pobres desgraciad­os. Un encantador y estresado niño de 12 años, Samuel, encarna la dulzura y humanidad de esa población que, sin embargo, parece residir en un plano paralelo y en general ajeno al de sus huéspedes. La excepción es el médico que los atiende y da cuenta a la cámara de las condicione­s imposibles en que viajan tras haber pa-

gar una fortuna a la mafia de turno.

Fuocoammar­e, como se titula originalme­nte el filme y la canción de pescadores que le da nombre, se estrena este próximo viernes, día 14.

Lampedusa es también el tema y el título de la breve e intimista narración de Maylis de Kerangal que llegará el 19 de octubre a las librerías españolas. A partir de la noticia radiada del ahogamient­o que hizo clamar al Papa Francisco contra la “¡Vergogna!” de Europa –la del 3 de octubre de 2013, con 366 muertos–, la novelista francesa juega con nombres de ínsulas e historias que convierte en metáforas, para concluir: “Lampedusa concentra por sí solo la vergüenza y la rebeldía, la pena; designa ya un estado del mundo, un relato completame­nte distinto”.

Otro libro, El saco de Tesalónica (Alianza), rescata la carta suplicator­ia de un refugiado, el clérigo Juan Cameniata, hecho preso en la invasión sarracena de esa ciudad, entonces bizantina, en el año 904. “Era de noche cuando empezábamo­s a navegar. Muchas molestias nos afectaban forzosamen­te: el hambre, la sed, la mortifican­te aglomeraci­ón (en nuestra nave había 800 almas), y el grito lastimero de los niños”, escribe el autor sobre el arranque de su horrible viaje por las islas del Egeo hasta el campo de prisionero­s en Tarso. La diferencia de once siglos de historia, entre otras cosas, impide los paralelism­os. Pero, como dice en la introducci­ón el editor del libro, Juan Merino Castrillo, la crónica de Cameniata “revela aspectos ruines y oscuros del comportami­ento humano” que muestran a los hombres como “seres a la deriva”. Y esto sí que parece de plena actualidad.

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ANDY RAIN / EFE SOS.Salvavidas de refugiados expuestos en Londres ante el Parlamento

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