Una procesión cívica tranquila y una manifestación reivindicativa
La procesión cívica del Nou d’Octubre, con el traslado de la Senyera desde el Ayuntamiento a la estatua de Jaume I, suele ser el episodio más tenso de la Diada valenciana. Y sirve para medir el estado del denominado “conflicto identitario” en la ciudad. Porque es el momento en el que se dan cita las diversas sensibilidades políticas y culturales en la calle, que al mismo tiempo acompañan a las autoridades. En la procesión se citan representantes de todas las fuerzas políticas y grupos de presión, entre estos las fuerzas regionalistas o anticatalanistas que suelen increpar a los representantes valencianistas o de la izquierda política con insultos y gritos. Ocurrió, por ejemplo, el año pasado, el primero en el que tras veinticuatro años el alcalde no era del PP, sino de una fuerza valencianista como Compromís, Joan Ribó. Sin embargo, la de ayer fue una de las más tranquilas que se recuerdan en Valencia, lo que no deja de ser simbólico en el segundo año de gobierno de Compromís, con el PSPV y con València en Comú, en la ciudad de Valencia. Esto sucedió por la mañana. Por la tarde se celebró la manifestación del 9 d’Octubre convocada por Acció Cultural del País Valencià, ACPV, y secundada por numerosos colectivos y fuerzas políticas de la izquierda valenciana. Bajo el lema “Un país per fer, un país per construir” esta manifestación recorrió el centro de la ciudad sin incidentes para defender “el Estado de bienestar, la reversión de los recortes, recuperar el Derecho Civil Foral Valenciano y poder ejercer el derecho a decidir el futuro de este pueblo”.