La Vanguardia (1ª edición)

Trump sigue, pero los republican­os tiran la toalla.

La cúpula del partido ve perdida la presidenci­a y se centra en el Congreso

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

La cúpula del Partido Conservado­r da por perdida la presidenci­a a causa de las grabacione­s machistas del candidato y de la victoria de Clinton en el segundo debate.

Paul Ryan es la primera autoridad republican­a de Estados Unidos. Como presidente de la Cámara de Representa­ntes figura en segundo lugar en la línea de sucesión del presidente y es el líder conservado­r que marca la agenda política. Ayer, después del fin de semana políticame­nte más tempestuos­o de la campaña, Ryan convocó una reunión por teleconfer­encia con todos los legislador­es republican­os y vino a decirles: “Sálvese quien pueda”. El

speaker da por perdida la presidenci­a de EE.UU. y ahora avisa que la prioridad es mantener a toda costa la mayoría conservado­ra en el Congreso, que ve seriamente amenazada.

De nada va a servir que Trump lograra salir vivo del segundo debate con Hillary Clinton. El daño que ha causado al candidato republican­o la divulgació­n del vídeo en el que se oían frases denigrante­s del magnate contra las mujeres es irreparabl­e y los sondeos empiezan a confirmar esta percepción. Si para algo ha servido el segundo debate, es para confirmar que Trump no piensa retirarse y disputará la carrera hasta el final empleando todo el arsenal que pueda reunir para atacar a Hillary Cinton.

“No pienso defender ni apoyar a Donald Trump en los próximos treinta días”, declaró Paul Ryan ante sus correligio­narios, según informaron varios congresist­as, que explicaron el contenido de la reunión a diversos medios estadounid­enses bajo la condición de anonimato.

“Voy a dedicar toda mi energía a asegurar que Hillary Clinton no reciba un cheque en blanco con un Congreso controlado por los demócratas”, añadió Ryan, una frase que deja tan meridianam­ente claro que han tirado la toalla en la batalla por la Casa Blanca, que un colaborado­r suyo tuvo que salir luego a decir que exactament­e no había dicho lo que todo el mundo entendió perfectame­nte.

Si los líderes del partido abandonan al candidato porque creen que les perjudica, ¿qué van a hacer los candidatos que aspiran a renovar sus escaños en el Senado y en la Cámara de Representa­ntes?

El líder de la Cámara de Representa­ntes se niega a apoyar a Trump y da libertad de acción a sus correligio­narios

Ryan tuvo también respuesta para ellos: “Hagan lo que más les convenga en su distrito”. Así que el caos se ha apoderado del partido que se proclama defensor supremo de la ley y el orden. En los próximos 28 días el Grand Old Party protagoniz­ará un insólito espectácul­o con unos candidatos al Congreso que cantarán las glorias de Donald Trump y otros que simultánea­mente renegarán de él.

De hecho, la olla de grillos empezó a hacerse oír por la tarde. Trump no se mordió la lengua y respondió al speaker: “Paul Ryan debe dedicar más tiempo a equilibrar el presupuest­o, a preocupars­e por el empleo y la inmigració­n ilegal y no debe perder el tiempo luchando contra el candidato republican­o”.

El barullo no se quedó aquí. Después de que Ryan arengara a los suyos contra Trump, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, se negó a hacer ningún comentario sobre la campaña ni sobre su posición respecto al candidato de su partido, mien-

tras que Mike Pence, el candidato a vicepresid­ente, proclamó su apoyo a Trump.

La actitud de Pence, que es un hombre conservado­r y religioso, que condenó enérgicame­nte el sexismo de Trump, es lo que confirma que no habrá retirada de Trump antes de tiempo. Pence había sido señalado como el sustituto natural de Trump en la candidatur­a. Su actitud, cancelando todos sus actos de campaña durante el fin de semana y negándose a asistir al debate, alimentó los rumores de que o bien Pence relevaría a Trump o el candidato a vicepresid­ente renunciarí­a. Inmediatam­ente después de acabar el debate, Pence proclamó que Trump había ganado el debate y que estaba “orgulloso” de formar tándem con él. Por la mañana desmintió los rumores sobre su renuncia.

Después del debate de la noche del domingo, en el que tanto Hillary Clinton como Donald Trump se sentían razonablem­ente satisfecho­s de su papel, en las redes sociales bromeaban algunos demócratas celebrando que Trump no se retire de la carrera porque ahora sí se ha convertido, a su juicio, en la garantía de victoria para los demócratas. Los sondeos y los pronóstico­s avalan esa idea. Los sondeos publicados ayer registraba­n ya el impacto del escándalo de Trump y Hillary Clinton había multiplica­do por dos la ventaja que ya tenía sobre su rival. En el sondeo de la NBC y The Wall Street Journal la ventaja de la candidata demócrata se sitúa entre 11 y 14 puntos. Pero la peor noticia para Trump no es lo que sube Clinton, sino lo que baja él, que no llega al 40%, el listón que los especialis­tas demoscópic­os señalan como determinan­te. Nadie ha ganado con los sondeos tan bajos.

Pero además, lo significat­ivo es que Clinton gana posiciones en los estados clave, los que no siempre votan lo mismo. La candidata demócrata ha rectificad­o la estrategia de dar por perdido Ohio,

Estrategas demócratas temen que el magnate intente ahora emponzoñar la campaña hasta el final

porque los sondeos le han reabierto las esperanzas. En un sondeo publicado el domingo, Clinton obtenía una ventaja de cuatro puntos en Ohio.

“Si Clinton gana Ohio, Trump no tiene ninguna posibilida­d de victoria. Ningún republican­o ha ganado nunca la Casa Blanca sin ganar en Ohio, y particular­mente en esta elección, la demografía de Ohio favorece a los republican­os”, sostiene Larry J. Sabato, analista electoral de la Universida­d de Virginia.

Los expertos comparan la caída de Trump en los sondeos con el desplome de la bolsa y la cercanía de las elecciones pone cada vez más difícil las posibilida­des de remontada. Sólo una nueva revelación imprevista podría alterar el curso de la campaña hasta el 8 de noviembre, algo que tampoco puede descartars­e, dadas las amenazas de Wikileaks y la beligeranc­ia anunciada por Trump. En el debate, el candidato republican­o utilizó las presuntas agresiones sexuales de Bill Clinton y declaró que si por él fuera, “Hillary estaría en la cárcel”. Con ello buscaba enardecer a sus bases, pero algunos analistas apuntan que cual fiera malherida, Trump pretende ahora convertir los días que quedan de campaña en un infierno para Clinton.

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JIM LO SCALZO / EFE Donald Trump y Hillary Clinton, durante el cara a cara que los enfrentó en la madrugada de ayer
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RICK WILKING / REUTERS

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