México abierto en canal
Temporada Alta abre su programa iberoamericano con tres obras de los mexicanos Lagartijas Tiradas al Sol que diseccionan críticamente su país
Sueldos de miseria, narcotráfico y violencia, alianzas entre políticos y narcotraficantes, asesinato de periodistas, marginación de los indígenas... El panorama de su tierra que la compañía Lagartijas Tiradas al Sol retrata en sus obras teatrales no es precisamente para tirar cohetes pero, aun así, reconoce Gabino Rodríguez, “en el fondo hay cierto optimismo, muchas cosas han cambiado para bien en el país en los últimos 50 años, y lo demuestra el hecho de haber podido realizar este proyecto sin problemas”. El país es México, el México actual. Y el proyecto de Lagartijas –una compañía que ha logrado una gran proyección internacional en los últimos años con su teatro documental– es diseccionarlo en escena. Pero no con una mirada genérica desde la gigantesca capital del país, sino descendiendo a todos y cada uno de sus 32 Estados. Uno a uno. Y de hecho desde hoy y hasta el domingo llegan al festival Temporada Alta de Girona –abren su ciclo Connexió Iberoamèrica– con los tres primeros frutos del proyecto: los montajes Tijuana, Santiago Amoukalli y Veracruz, nos estamos desforestando o cómo extrañar Xalapa, que se verán en la sala La Planeta.
El proyecto parte de La democracia en México, nombre de un libro de Pablo González Casanova de 1965 en el que se analizaba la situación del país, una investigación que quieren “actualizar desde lo artístico” mostrando la diversidad del país. Por lo pronto, esta noche abrirá fuego Tijuana, en la que Gabino Rodríguez, cabeza visible de Lagartijas junto a Luisa Pardo, cuenta cómo asumió durante seis meses la identidad del trabajador de una maquiladora de esta ciudad de Baja California fronteriza con Estados Unidos. La identidad de un hombre que sobrevive con el salario mínimo: 3,5 euros al día. Rodríguez intenta mostrar qué significa vivir con ese dinero: “Obliga a la gente a vivir fuera de la ley con otro tipo de actividades, porque no alcanza para las necesidades más elementales, hay dificultades para hablar de lo que desde la clase media consideramos la vida”. Veracruz, que se verá mañana, “es una reflexión sobre qué pasó en ese Estado para que se volviera el infierno que es en términos de libertad de expresión, con numerosos periodistas asesinados”. ¿La respuesta? El narcotráfico y la censura política. “Hay mucha colusión entre narcotraficantes y políticos. Ahora el gobernador va a ser expulsado del PRI, pero más por malos manejos económicos que por los periodistas”, señala Rodríguez.
Por último, en Santiago Amoukalli mostrarán el domingo una comunidad indígena de Puebla que habla nauhatl, marginados por el Estado y afectados por las consecuencias de un narcotráfico que impone sus condiciones en las poblaciones pequeñas con gobiernos débiles.
Para Rodríguez, desde que González Casanova escribió su libro hace medio siglo “ha habido un cambio por muchas luchas estudiantiles, obreras, sindicales y por medios de comunicación que se pudieron abrir, pero hay muchas cosas por cambiar, que aún están muy mal”. Y apunta que en la actualidad, “tras el desastre del sexenio de Felipe Calderón con la guerra contra el narcotráfico, la vuelta del PRI fue vivida como una desilusión de volver a lo malo por conocido. El sexenio de Peña Nieto comenzó con reformas estructurales, había esperanza de que el país se moviera, pero muchos eventos tocaron a la sociedad, con los 43 estudiantes asesinados y con una especie de normalización de la violencia”. “El país parece más tranquilo porque el tema no sale tanto en los medios, pero no se arregló el problema de fondo de la violencia que se da por el tráfico de drogas hacia EE.UU. pero también por una colusión entre el Estado y los narcotraficantes”, concluye.
La compañía de teatro documental aborda la pobreza, la marginación indígena y la alianza de política y narcotráfico