La Vanguardia (1ª edición)

Metacinema­tografía

El director apuesta por que el cine “evite el aburrimien­to”

- SALVADOR LLOPART Sitges

Paul Schrader, guionista de Taxi driver, Toro salvaje y otras películas de Martin Scorsese, presenta en Sitges Dog eat dog, un thriller que reflexiona desde dentro sobre este género cinematogr­áfico.

Tras aquel desastre que fue The Canyons (2013) donde Lindsay Lohan, más que protagonis­ta, fue un continuo incordio –pain in the ass, una expresión que habla de un dolor constante e intenso situado en ese lugar donde la espalda pierde su nombre–, Paul Schrader ha recuperado las ganas de hacer cine. Dog eat dog es el resultado. Un thriller –o un “thriller sobre el thriller”, como dice Schrader– que el guionista de Taxi driver, Toro salvaje y otras películas de Martin Scorsese se ha traído a Sitges.

Su nuevo trabajo como director –y lleva una veintena con su nombre– se ha rodado con poco presupuest­o y muchas ganas. “Lo del presupuest­o podía ser un inconvenie­nte; la ventaja es que nadie podía decirnos nada. Íbamos a nuestro aire. Podíamos hacer lo que quisieramo­s. Sólo había una regla, en realidad. Evitar el aburrimien­to. Es la única regla que sigo ya, la verdad ”.

De Lindsay Lohan no quiere hablar mucho más. “El artículo donde contaba mis tribulacio­nes con ella fue el más leído durante mucho tiempo en The New York Times”, dice. “Acabamos el filme y no perdimos dinero. ¿Qué más se puede pedir? Bueno, quizá no volver a trabajar nunca más con Lohan”, bromea.

Schrader (Estados Unidos, 1946) es un afamado guionista. Uno de los padres, con el citado Scorsese, con Spielberg, Coppola y De Palma, de eso que ha dado en llamarse el nuevo Hollywood. El cine mejor y más libre que se hizo en los setenta en Estados Unidos. Y sin embargo en Dog eat dog ,un thriller que habla de un mundo despiadado y brutal, sólo aparece su nombre como director. Schrader no firma el guión. “No es del todo cierto, porque íbamos variando sobre la marcha. Entre todos hacíamos todo. Muy diferente a mi forma de afrontar El placer de los extraños (1990), por ejemplo, donde respeté hasta los puntos y las comas de lo que había escrito (Harold )Pinter”. En aquella película, basada en la novela de igual título Ian McEwan, tuvo como protagonis­ta a Christophe­r Walken, el actor que pronto llegará a Sitges para recibir el homenaje del certamen. “Me encanta Walken. Lo iba a asumir Al Pacino, pero al final no pudo por problemas de agenda”.

Dog eat dog no encaja en el canon de eso que el mismo Schrader definió como cine trascenden­tal en su famoso estudio sobre el cine de Ozu, Bresson y Dreyer. “Preparo una nueva versión de esa obra escrita en los setenta. Como una puesta al día de aquellos conceptos, donde hablo del cine lento de hoy día y del aburrimien­to como instrument­o cinematogr­áfico”, dice. “Desde luego Dog eat dog no tiene nada que ver con ese cine”, y continúa: “A lo largo de mi vida he estado implicado en unos cuantos e importante­s filmes de la historia del cine. Dog eat dog no es uno de ellos”, afirma con una sonrisa. “Pero me he sentido libre haciéndolo, además me he divertido”.

En efecto, Dog eat dog no pasará a la historia del cine. Es una indulgente historia de gángsters violentos que dan vueltas y vueltas sin llegar a ningún sitio, Pero Nicolas Cage y Willem Dafoe, que brillan con luz propia en medio de la mayor oscuridad, del negro y el rojo del filme, llenan a sus personajes de una extraña vida. Dafoe, como un loco asesino capaz de reflexiona­r sobre su locura, y Cage como un remedo de Bogart.

“He participad­o en unos cuantos filmes importante­s; ‘Dog eat dog’ no es uno de ellos, pero es más divertido”

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CARLES CASTRO / GARRAF NEWS MEDIA Paul Schrader en Sitges

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