La Messi del Barça femenino
JENNIFER HERMOSO SE CONVIERTE EN LA PIEZA CLAVE DE UN EQUIPO QUE ASPIRA A RECUPERAR EL TÍTULO LIGUERO Y CONQUISTAR SU PRIMERA CHAMPIONS
“Marcó un golazo que ha dado la vuelta al mundo y ese día se convirtió en el más maravilloso de su vida, pero sólo tres días después ya sentía que vivía el peor porque falló tres goles y empatamos. A Leo también le pasó lo mismo hace poco, pero el deporte es eso. ¿Alguien puede creer que Jenni no es la mejor? Lo es y la necesitamos, porque sin ella no seríamos como somos”.
Xavi Llorens, el técnico del Barça femenino, es el primero en comparar a Jenni Hermoso con Leo Messi. Zurda como él, esta madrileña de 26 años de Carabanchel se ha convertido en la jugadora decisiva del equipo blaugrana por su liderazgo, un olfato goleador que hizo de ella la pichichi de la última liga femenina con 24 goles y una visión y capacidad de juego única en la competición que la ha llevado –como al argentino– a jugar con absoluta desenvoltura en todas las posiciones de ataque y a convertirse también en la jugadora que más goles reparte en su equipo, con 12 asistencias la pasada campaña. Unas cifras que replica con la camiseta de España, con la que ha jugado ya una Eurocopa y un Mundial, el primero de la otra roja.
“Marcando goles, repartiéndolos, subiendo balones, organizando el juego ofensivo... Jenni es única”, prosigue Llorens, el artífice de que la jugadora recalase en el Barça en el mercado de invierno del 2014 después de su experiencia en el Tyresö sueco. Hermoso acabó la temporada sueca, que concluye en noviembre, y sin llegar a acostumbrarse a esa nueva vida no dudó en dirigirse al Barça para ofrecerse al considerar que era el equipo donde aún podía crecer como jugadora. Como antes había dejado el Rayo Vallecano por el campeón escandinavo y como aún antes había abandonado las filas del Atlético de Madrid para conquistar su primer título en Vallecas. “Se presentó la ocasión y no podíamos dejarla pasar aunque teníamos el equipo conformado e íbamos líderes”, explica el técnico blaugrana.
“Acerté viniendo aquí, el estilo del Barça me va muy bien”, confirma la jugadora, perfectamente integrada al equipo y a su vida en Les Corts, donde ya no pasa desapercibida, como cuando llegó. En parte, por los tatuajes que le cubren completamente el brazo izquierdo –como a Messi el derecho–. La jugadora aceptó la ficha que le puso sobre la mesa el club en un momento en que no había completa- do la profesionalización del equipo femenino y un contrato de apenas seis meses que el Barça se apresuró a renovar antes de concluir esa primera campaña. La jugadora tampoco dudó en ocupar uno de los pisos compartidos que el Barça pone a disposición de sus jugadores no profesionales.
Formada como centrocampista, Jenni ha ocupado entre el Barça y la selección, adonde llegó en el 2013, prácticamente todas las posiciones de ataque, evolucionando desde la solvente asistente que había sido en el Rayo a la determinante goleadora en que se convirtió la pasada campaña. Aunque su mayor contribución sea en esa posición de falso 9 que puso en boga el equipo masculino y que nadie como ella sabe encarnar en el Barça femenino.
“Ya no nos extraña nada de lo que pueda hacer Jenni”, señalaba su compañera Olga García tras el golazo que marcó la madrileña ante el Twente para encarrilar el pase del equipo a cuartos de final de la Champions femenina. “Es capaz de eso, pero sobre todo de echarse el equipo sobre los hombros”. Jennifer, de hecho, se ha convertido también en la líder del vestuario, dentro y fuera del campo. Su carácter extrovertido –en eso no se parece a Messi– y la fuerte personalidad de una chica de barrio que desde pequeña ha luchado contra los elementos han hecho de ella una líder natural.
Sus principios, lógicamente, no fueron fáciles. Tras empezar a jugar en el parque que tenía frente a casa a los ocho años con los niños del barrio y de empezar a jugar también con niños en un campo de tierra de Carabanchel, su abuelo, colchonero de pro, la alentó a los 12 años a realizar unas pruebas con el Atlético. Jenni, lógicamente, las superó e inició una carrera deportiva que, por ahora, no parece tener techo. “Simplemente trato de darlo todo en cada partido”, resume sus capacidades la jugadora.
Empezó jugando con niños en un parque de Carabanchel y recaló en Barcelona tras un año en la liga sueca