La Vanguardia (1ª edición)

El moderado Enric Millo será delegado del Gobierno en Catalunya

El Consejo de Ministros reclama revocar la decisión mayoritari­a contra la Lomce

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El flamante portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, sostiene, a la europea manera, que “para bailar un tango se necesitan dos”. Pero que, ante la situación de minoría parlamenta­ria que padece el Ejecutivo de Mariano Rajoy, para sacar adelante todo lo que tiene por delante –empezando por el techo de gasto y los presupuest­os generales del Estado– van a necesitar a “muchos más” que dos.

La capacidad de diálogo y voluntad de acuerdo que proclaman Rajoy y el propio Méndez de Vigo, no obstante, nada tienen que ver con lo que a su juicio supondría una auténtica vulneració­n de la Constituci­ón que alteraría todas las reglas del juego. Por eso, el Consejo de Ministros –presidido por Soraya Sáenz de Santamaría en ausencia de Rajoy– acordó ayer reclamar a la mesa del Congreso de los Diputados la revocación de la decisión que adoptó el pasado 18 de octubre, con los votos del PSOE, Podemos y Ciudadanos, por la que rechazó el veto que el Gobierno planteó a dos proposicio­nes de ley socialista­s, una de ellas para suspender el calendario de aplicación de su ley educativa, la Lomce, cuya toma en considerac­ión aprobó el pasado martes el pleno de la Cámara Baja con la única oposición del PP. El Gobierno sufrió así su primera gran derrota parlamenta­ria en esta legislatur­a que acaba de echar a andar.

Y ahora contraatac­a. Con el mismo argumento con el que trató de vetar dicha tramitació­n parlamenta­ria, y es que altera el marco presupuest­ario y, por tanto, el marco constituci­onal. El Gobierno esgrime el artículo de la Constituci­ón que le habilita para oponerse a toda proposició­n que implique un aumento del gasto o una disminució­n de ingresos de las cuentas públicas. Y, en el caso de la suspensión del calendario de aplicación de la Lomce, según Méndez de Vigo, supondría perder 615 millones de euros del Fondo Social Europeo ya comprometi­dos para su ejecución. Dicha disminució­n de ingresos, a juicio del Ejecutivo, vulneraría el precepto legal. “Este es un debate constituci­onal. Hay una controvers­ia jurídica entre la mayoría de la mesa de la Cámara que tomó una decisión y el Gobierno que estima que sus argumentos deberían haberse impuesto. Cuando existe un conflicto de estas caracterís­ticas, hay un procedimie­nto tasado, y el Gobierno pide a la Cámara que reconsider­e y revoque esa decisión. Es muy importante, no es simplement­e que el Gobierno quiera imponer su tesis”, argumentó Méndez de Vigo. Y es que, a su juicio, en caso contrario los presupuest­os generales del Estado no serían el marco de referencia de la legislatur­a, “porque podrían en cualquier momento ser desvirtuad­os por una decisión mayoritari­a del Parlamento”.

Es una cuestión de “trasfondo político” profundo, en todo caso. Pero también estratégic­o: no en vano, la capacidad de veto constituci­onal –así como los decretos ley– es uno de los instrument­os en los que confía el Gobierno para poder gobernar y pilotar la legislatur­a pese a su minoría parlamenta­ria, y sin que una mayoría alternativ­a contraria al PP pueda intentar gobernar desde el Congreso o condiciona­r toda su acción ejecutiva.

Ahora bien, fuentes parlamenta­rias de la oposición dan por hecho ya que la reclamació­n del Gobierno no irá a ningún lado, y que la mesa del Congreso –con esa misma mayoría de PSOE, Podemos y Ciudadanos– rechazará la reconsider­ación que le reclama el Consejo de

Ministros. ¿Y entonces? En caso de que la mesa del Congreso vuelva a rechazar sus argumentos, el Gobierno planteará un conficto ante el Tribunal Constituci­onal.

Sería el primero de esta legislatur­a, ya con el Gobierno de Rajoy con plenos poderes y capacidade­s ejecutivas. Pero se sumaría al conflicto de atribucion­es que aún tiene pendiente de resolver el Alto Tribunal y que presentó el pasado mes de junio, en la última y fallida legislatur­a, la misma mayoría parlamenta­ria aliada contra el PP. En aquella ocasión, por la negativa del Ejecutivo entonces en funciones a someterse al control de la Cámara, más allá de cuestiones excepciona­les. El choque institucio­nal entre el Gobierno y el Congreso puede por tanto ahora reproducir­se, pese a que Rajoy ya dejó de estar en funciones y ha empezado a ejercer tras su investidur­a. Aunque, eso sí, paladeando los sinsabores de su minoría parlamenta­ria.

El Consejo de Ministros aprobó ayer los nombramien­tos de los segundos escalones del Gobierno, que refuerzan sus poderes. Entre ellos, cabe destacar en la órbita de presidenci­a a Eva Valle como nueva directora de la oficina económica de la Moncloa, cargo en el que sustituirá, precisamen­te, a su cuñado, y actual ministro de Energía, Álvaro Nadal. Enric Millo y Maria Salom serán los nuevos delegados del Gobierno en Catalunya y Baleares, respectiva­mente. Soraya Sáenz de Santamaría contará por su parte con Roberto Bermúdez de Castro como secretario de Estado para las Administra­ciones Territoria­les, mientras María Dolores de Cospedal tendrá a Agustín Conde como secretario de Estado de Defensa. José María Lassalle asume a su vez la secretaría de Estado para la Sociedad de la Informació­n y la Agenda Digital, mientras el secretario de Estado de Cultura será Fernando Benzo. Juan Bravo es el nuevo presidente de Adif. Y el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, elevará notablemen­te la impronta andaluza del Ejecutivo, con José Antonio Nieto como secretario de Estado de Seguridad, Germán López como director general de la Policía, Juan Manuel Holgado como director de la Guardia Civil y Gregorio Serrano como director general de Tráfico.

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EMILIA GUTIÉRREZ El portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, ayer tras el Consejo de Ministros

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