La Vanguardia (1ª edición)

Rodrigo Duterte

PRESIDENTE DE FILIPINAS

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

El exdictador filipino Ferdinand Marcos reposa desde ayer en el cementerio de los Héroes de Manila, para indignació­n de sus víctimas. El sepelio fue aprobado por Rodrigo Duterte (71), cuya campaña fue financiada por la familia Marcos.

Con premeditac­ión y alevosía, Filipinas enterró ayer al exdictador Ferdinand Marcos en el cementerio de los Héroes de Manila. Fue una ceremonia inesperada, que se anunció poco tiempo antes de que tuviera lugar y que indignó a las familias de víctimas de su régimen, que habían presentado recursos judiciales para que los restos del hombre que gobernó con mano de hierro el país entre 1972 y 1986 no reposaran junto a los padres de la nación.

La familia Marcos se ha salido finalmente con la suya. “Obviamente han desobedeci­do la ley, ya que la decisión no era final, ni se podía ejecutar hasta 15 días después de la resolución del Supremo”, lamentó la vicepresid­enta de Filipinas, Leni Robredo, de un partido anti Marcos.

Fue el jefe de la Policía Nacional, Roland de la Rosa, quien por la mañana anunció a la cadena CNN Filipinas que el cuerpo de Marcos llegaría a Manila en avión a la 11.30 horas (hora local) para ser enterrado 30 minutos más tarde. La noticia sorprendió a los opositores de Marcos. El congresist­a y abogado Barry Gutiérrez calificó el entierro de “patético” y subrayó que era ilegal porque había recursos judiciales pendientes, tras la sentencia del Tribunal Supremo. “No es sorprenden­te lo que ha pasado. Cuando estaba vivo, Marcos se reía de la ley y ahora continúa transgredi­éndola en su propio entierro”, declaró Gutiérrez al periódico digital Rappler, donde también anunció manifestac­iones durante este fin de semana.

Depuesto por una revuelta popular respaldada por el ejército, el exdictador falleció tres años después en Hawái, donde se exilió con su mujer, Imelda, y sus tres hijos. En 1993, el cuerpo fue trasladado a su pueblo natal en la provincia de Ilocos Norte –hoy gobernada por su primogénit­a, Imee–, donde quedó expuesto en un féretro de cristal y se convirtió en una atracción turística.

Pero los Marcos, que siempre han defendido el gobierno del patriarca, lucharon para que descansara en el mausoleo nacional. Hasta ahora, los sucesivos presidente­s filipinos se habían negado, pero la elección de Rodrigo Duterte despejó el camino. Llegado al poder en junio con una campaña financiada por los Marcos, Duterte prometió un entierro para el exdictador en el cementerio de los Héroes, argumentan­do que fue un héroe de guerra que modernizó el país. Ordenó el sepelio en agosto y el Tribunal Supremo lo ratificó con una sentencia el pasado 8 de noviembre.

Ferdinand Marcos, un exsoldado que ganó las elecciones en 1965, impuso la ley marcial en 1972, antes de acabar su segundo mandato como presidente, y gobernó mediante decretos a partir de entonces. Está acusado de ser el responsabl­e de la muerte, tortura y detención ilegal de miles de filipinos, así como de apropiarse de unos 10.000 millones de dólares (9.350 millones de euros) de las arcas del Estado.

Su entierro se llevó a cabo en una ceremonia militar privada. Fue custodiada por cientos de policías y sólo contó con la presencia de la familia y unos pocos allegados. Tras las salvas de honor, se entregó una bandera de Filipinas a la viuda, Imelda Marcos. “La familia no tenía peticiones especiales. Querían que fuera muy sencilla, todo lo posible para mantener la paz y el orden”, explicó Oscar Abayalde, jefe de la policía de la región de Manila, para justificar el sigilo con que se llevó a cabo.

El sepelio, ordenado por el presidente Duterte, se anunció sólo unas horas antes para evitar protestas

 ??  ??
 ?? AP ?? Imelda Marcos llora al recibir la bandera filipina de manos de un oficial
AP Imelda Marcos llora al recibir la bandera filipina de manos de un oficial

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain