La UE, todavía lejos del acuerdo sobre el reparto de refugiados
Catorce meses después de la puesta en marcha de un sistema europeo de emergencia de reparto de refugiados para hacer frente a la mayor ola migratoria desde la Segunda Guerra Mundial, la Unión sigue lejos de un acuerdo sobre cómo gestionar futuras crisis.
El intento de Eslovaquia, país que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión, de renunciar a las cuotas vinculantes y permitir que los estados muestren su solidaridad por otras vías suscitó una enérgica reacción por parte de los países que más refugiados han acogido (Alemania y Suecia) y aquellos que se encuentran en la frontera, que se niegan a flexibilizar el sistema. El acuerdo sobre la reforma no se espera hasta junio del 2017 como pronto.
La cena de trabajo que los ministros del Interior europeos celebraron anteanoche en Bruselas permitió tener “una discusión abierta, a veces apasionada” sobre el tema, admitió el representante eslovaco, Robert Kalinak, que propuso sustituir las cuotas por contribuciones económicas o ayuda logística. “Para nosotros, es necesario que todos los países muestren un mínimo de solidaridad participando activamente en la acogida de refugiados”, reclamó Thomas de Maizière, ministro del Interior alemán. “Más que solidaridad flexible parece una broma
Enérgica reacción de Alemania y los países fronterizos al intento de Eslovaquia de renunciar a las cuotas
muy rígida”, ironizó el italiano Angelino Alfano. “Necesitamos un mecanismo permanente, no podemos sentarnos a discutir cada vez que haya una crisis”, pidió Carmelo Abela, ministro del Interior de Malta, país que en enero asumirá la presidencia de turno de la UE, con tesis muy distintas a Eslovaquia, cuyo Gobierno ha recurrido ante la justicia europea el mecanismo de emergencia aprobado en septiembre del 2015 con la oposición del Este.
“Debemos admitir que los resultados no han sido espectaculares”, reconoció el impulsor del plan, el comisario europeo Dimitris Avramopoulos. Sólo 9.000 personas se han beneficiado del plan de reparto, pensado originalmente para ayudar a 160.000 en dos años, añadió. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión, dijo recientemente que “la solidaridad no se puede imponer, debe salir del corazón”. Nadie discute el fracaso del plan de reparto obligatorio, pero las soluciones alternativas tampoco acaban de convencer.