La Vanguardia (1ª edición)

Trump y la autodeterm­inación

- Francesc Granell

El próximo 19 de diciembre el colegio electoral estadounid­ense debe consagrar que Donald Trump se convierta en el 45.º presidente de Estados Unidos formalizan­do los 306 votos electorale­s que obtuvo en las elecciones del 8 de noviembre contra los solo 232 que consiguió Hillary Clinton después de reñidas elecciones.

Este resultado no ha convencido a una parte de los perdedores ni a algunos líderes de varios países y de determinad­as organizaci­ones internacio­nales, que temen que el nuevo presidente republican­o pudra hacer avanzar, a partir de su toma de posesión el 20 de enero, algunas de las ideas que ha defendido en su campaña electoral respecto a instaurar medidas proteccion­istas sobre comercio e inversione­s, respecto a rechazo a la inmigració­n o respecto a no actuar contra el cambio climático.

El juego institucio­nal norteameri­cano corregirá muchas de estas ideas nacionalis­tas vertidas durante la contienda electoral, pero es evidente que sigue existiendo incertidum­bre respecto a algunas cuestiones en la vida internacio­nal que dependen del posicionam­iento norteameri­cano.

Un ejemplo de ello es la reducción del esfuerzo que EE.UU. pretende hacer en la OTAN para la seguridad de Europa y si eso obligará a los europeos a tomarse más en serio su propia seguridad en un momento, por cierto, en que las inciertas perspectiv­as del Brexit obligarán a replanteam­ientos por parte de la Unión Europea en materia de seguridad y defensa. Con todo este conjunto de incertidum­bres, llama la atención que algunos círculos soberanist­as y algunas de sus personalid­ades más representa­tivas estén mostrando su satisfacci­ón por la elección de Donald Trump como próximo presidente de Estados Unidos, alegando que está a favor de la autodeterm­inación y viendo que aun cosas que parecían imposibles pueden cumplirse.

Trump saludó, desde luego, el resultado del Brexit como ejemplo de autodeterm­inación de un Estado frente a la Unión Europea y dijo, cuando aún era precandida­to, que apoyaría que los puertorriq­ueños pudieran decidir sobre el eterno tema de su vinculació­n a Estados Unidos.

Pero esto es una cosa y otra muy distinta que esté pensando en la autodeterm­inación de Catalunya cuando no se cumplen las condicione­s exigidas por las Naciones Unidas para que tal proceso pudiera llevarse a cabo.

Trump es un líder diferente de otros, pero de ahí a pensar que pueda apoyar autodeterm­inaciones como la de Catalunya o de estados de EE.UU. con grupos independen­tistas como California o Texas hay un abismo. El independen­tismo catalán no tiene el apoyo internacio­nal y no tiene, por descontado, el apoyo de EE.UU. ni de la ONU, en donde Francia –con su capacidad de veto en el Consejo de Seguridad– acaba de protestar formalment­e por la resolución del 6 de octubre del Parlament en que se hablaba del derecho de autodeterm­inación de Catalunya Nord.

Sorprende que el independen­tismo celebre la victoria de Trump

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