Trump y la autodeterminación
El próximo 19 de diciembre el colegio electoral estadounidense debe consagrar que Donald Trump se convierta en el 45.º presidente de Estados Unidos formalizando los 306 votos electorales que obtuvo en las elecciones del 8 de noviembre contra los solo 232 que consiguió Hillary Clinton después de reñidas elecciones.
Este resultado no ha convencido a una parte de los perdedores ni a algunos líderes de varios países y de determinadas organizaciones internacionales, que temen que el nuevo presidente republicano pudra hacer avanzar, a partir de su toma de posesión el 20 de enero, algunas de las ideas que ha defendido en su campaña electoral respecto a instaurar medidas proteccionistas sobre comercio e inversiones, respecto a rechazo a la inmigración o respecto a no actuar contra el cambio climático.
El juego institucional norteamericano corregirá muchas de estas ideas nacionalistas vertidas durante la contienda electoral, pero es evidente que sigue existiendo incertidumbre respecto a algunas cuestiones en la vida internacional que dependen del posicionamiento norteamericano.
Un ejemplo de ello es la reducción del esfuerzo que EE.UU. pretende hacer en la OTAN para la seguridad de Europa y si eso obligará a los europeos a tomarse más en serio su propia seguridad en un momento, por cierto, en que las inciertas perspectivas del Brexit obligarán a replanteamientos por parte de la Unión Europea en materia de seguridad y defensa. Con todo este conjunto de incertidumbres, llama la atención que algunos círculos soberanistas y algunas de sus personalidades más representativas estén mostrando su satisfacción por la elección de Donald Trump como próximo presidente de Estados Unidos, alegando que está a favor de la autodeterminación y viendo que aun cosas que parecían imposibles pueden cumplirse.
Trump saludó, desde luego, el resultado del Brexit como ejemplo de autodeterminación de un Estado frente a la Unión Europea y dijo, cuando aún era precandidato, que apoyaría que los puertorriqueños pudieran decidir sobre el eterno tema de su vinculación a Estados Unidos.
Pero esto es una cosa y otra muy distinta que esté pensando en la autodeterminación de Catalunya cuando no se cumplen las condiciones exigidas por las Naciones Unidas para que tal proceso pudiera llevarse a cabo.
Trump es un líder diferente de otros, pero de ahí a pensar que pueda apoyar autodeterminaciones como la de Catalunya o de estados de EE.UU. con grupos independentistas como California o Texas hay un abismo. El independentismo catalán no tiene el apoyo internacional y no tiene, por descontado, el apoyo de EE.UU. ni de la ONU, en donde Francia –con su capacidad de veto en el Consejo de Seguridad– acaba de protestar formalmente por la resolución del 6 de octubre del Parlament en que se hablaba del derecho de autodeterminación de Catalunya Nord.
Sorprende que el independentismo celebre la victoria de Trump