La Vanguardia (1ª edición)

Ridículo de principio a fin

Ni las bajas justifican la penosa actuación del Barça ante un Madrid apabullant­e

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

“Toca-la de nou Palau”. Ese era el lema con el que el público recibió al Barça. Pero el que la tocó mucho más y mucho mejor fue el Real Madrid. De principio a fin. Como un torbellino. Sin excesiva oposición porque los 39 puntos de distancia final suponen la derrota más abultada de su historia del Barcelona ante el Madrid en su pista. Llegó a perder por 47 (54-101). Fue como un 0-5 o un 2-6 en fútbol, o más. Para entonces ya se habían dejado escuchar algunos pitos en el Palau Blaugrana. Aquello estaba siendo ridículo y pese al público joven y bullanguer­o hubo seguidores que no pudieron más. Lógico. Lo que le ofreció su equipo fue un espectácul­o lamentable e intolerabl­e.

El conjunto de Georgios Bartzokas no pudo repetir sus triunfos ante los blancos. Había estado certero tanto en la Supercopa como en la Liga Endesa. Había superado al equipo de Laso hacía muy poquitos días, el 6 de noviembre en este mismo escenario. Aquella vez, mermadísim­os por las bajas, los barcelonis­tas pusieron todo el corazón para sorprender a su rival, que pensó que ganaría casi sin esforzarse. Anoche no, anoche el Madrid demostró que había aprendido la lección y salió a repartir, no precisamen­te caramelos, bajo su canasta y a aguijonear sin descanso el aro del Barcelona. Esta vez los blaugrana sí que notaron las ausencias de peso que sufre. Segunda derrota consecutiv­a para el Barça en la Euroliga. El equipo de Bartozkas ha perdido el impulso que había cogido en las semanas anteriores y ha de volver a hacer los deberes con urgencia porque la debacle de ayer, por las formas, es de las que hacen todo el daño del mundo.

Se puede perder pero no dejar una imagen tan negra como la que mostraron los blaugrana durante los 40 minutos. Ni las lesiones de peso lo justifican todo. Actualment­e es normal que el Madrid doblegue al Barcelona porque su plantitust­o lla es superior, pero se le debe exigir mucho más a jugadores contrastad­os como Tomic, que hace mutis por el foro muchas veces, Oleson o Perperoglu. No siempre entrarán los tiros, pero al menos que la actitud sea siempre excelente. No se puede bajar los brazos así.

El ambiente era fantástico. El ve- Palau estaba muy poblado y se sudaba como en las grandes ocasiones, en que da igual si en la calle es noviembre o junio, porque dentro el calor es el mismo. Pero en la pista nada le fue bien al Barça. Ya de salida sufrió un 1-9, en lo que sería un pequeño anticipo de lo que vendría después. Porque los barcelonis­tas recibieron 29 puntos en el primer cuarto y 25 en el segundo. Muchísimos si querían tener alguna opción de vencer. Es más, el Madrid anotó 8 de sus primeros 9 triples intentados… con siete anotadores diferentes en esta faceta. Dirigidos por un Llull brillante (17 puntos hasta el entreacto) los blancos, pese a algunas acometidas tímidas del Barça, fueron ampliando su diferencia. El Barcelona perdía muchísimos balones, no tenía puntería desde la larga distancia –sólo un triple hasta el descanso– y se veía intimidado por un Randolph que se daba un festín de tapones. Sí, Rice, iba haciendo, pero decidía, impotente, hacer la guerra por su cuenta y eso no bastaba para plantar cara y el conjunto de Bartzokas se iba al vestuario perdiendo por 23 (31-54).

Una barbaridad. El técnico griego miraba a su banquillo y no encontraba soluciones. Sin Navarro ni Doellman, ni Claver ni Ribas su rotación era más corta que la del Madrid. Y esto, ante equipos poderosos como el Olympiacos el miércoles o ayer ante los blancos, es un obstáculo que sólo se supera si tienes el día perfecto y el adversario no lo tiene.

El público esperaba al menos una reacción de orgullo que limitara los daños, pero cuando quedaban 15 minutos para el final hubo espectador­es que abandonaro­n sus asientos. En ese momento su equipo cedía por 31 (37-68). Hacía mucho tiempo que ya no había partido porque nunca lo hubo. Ni siquiera llegó un cierto maquillaje. Al revés, el bochorno sólo hizo que crecer. Un descalabro histórico.

 ?? ÀLEX GARCIA ?? El blaugrana Rice trata de desembaraz­arse de los madridista­s Carroll y Rudy Fernández
ÀLEX GARCIA El blaugrana Rice trata de desembaraz­arse de los madridista­s Carroll y Rudy Fernández

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