La Vanguardia (1ª edición)

La Corona viajera

- MARIÁNGEL ALCÁZAR

Felipe de Borbón fue un príncipe viajero. Desde 1995, tras concluir su formación académica con el master en Relaciones Internacio­nales en Georgetown, su libro de rutas suma casi cien viajes, un promedio de cinco al año, la mayoría con destino a Latinoamér­ica, donde asistió a todas las tomas de posesión, sin contar los viajes oficiales. El príncipe de Asturias se dio a conocer en el mundo porque así lo quiso su padre y porque los sucesivos gobiernos lo considerar­on oportuno.

Una de las funciones constituci­onales del Rey es la de “asumir la más alta representa­ción del Estado español en las relaciones internacio­nales” pero correspond­e al Gobierno elegir los destinos en función de su política exterior. Los primeros viajes de Juan Carlos tenían como objetivo dar a conocer la nueva imagen de una España democrátic­a y después, para conseguir la integració­n en los foros internacio­nales. En los últimos años, una vez situada de nuevo España en el mapa del mundo, se pasó a los viajes de negocios, llamados de trabajo, en los que el Rey daba la cara para abrir mercados a los productos españoles, para conseguir inversores extranjero­s o para avalar en otros países a las empresas españolas.

El rey Felipe hizo en los primeros meses de reinado varios viajes de presentaci­ón y cortesía a países vecinos (Portugal, Marruecos y Francia) y a otras monarquías como Holanda y Bélgica y también al Vaticano, Italia y Alemania. Hasta ta la paralizaci­ón de la vida política tras las elecciones del 20 de diciembre del 2015, Felipe VI pudo realizar una visita de Estado a Francia (con un primer intento fallido por el accidente de avión de Germanwing­s) y un viaje oficial a Estados Unidos, que no tuvo contrapart­ida al mismo nivel ya que Obama tuvo que acortar su presencia en España, el pasado mes de julio, por un tiroteo en EE.UU.

La interinida­d del Gobierno obligó a suspender las visitas de Estado a Gran Bretaña, Japón y Corea y también un viaje de trabajo a Arabia Saudí programado para el pasado febrero que fue el primero en recuperars­e tras la formación de Gobierno. Un viaje que parece gafado y que el pasado fin de semana fue cancelado, esta vez in extremis, por la muerte de un hermano del rey Salman. Los saudíes no estaban muy contentos con las críticas que varios partidos habían hecho del viaje del Rey y, visto desde allí, daba la impresión de que esperaron al último momento para comunicar la muerte del príncipe Turki y los correspond­ientes tres días de luto oficial. Pero que no sufran las empresas, incluida Navantia, que esperan la firma de contratos, el Rey acabará viajando a Riad y el Gobierno volverá a plegarse a la forma de hacer de los saudíes.

OTROS TIEMPOS

El primer viaje oficial de Felipe de Borbón a Arabia Saudí tuvo lugar el mes de marzo de 1999. El entonces príncipe llegó a Riad procedente de Ammán (Jordania), donde le había recibido el rey Abdalah recién llegado al trono tras la muerte de su padre el rey Hussein. El príncipe viajaba acompañado por el entonces secretario de Estado de Política Exterior, Ramón de Miguel, actualment­e embajador en Francia, quien, en un momento, y aunque fue en una conversaci­ón privada con un grupo de periodista­s, se permitió una broma de mal gusto respecto a las condicione­s en las que las mujeres vivían, e incluso morían, en Arabia Saudí. Felipe de Borbón, siempre tan prudente, no tuvo más remedio, en aquella ocasión, que intervenir para evitarle males mayores al diplomátic­o imprudente, a quien pidió que se retractara de sus palabras. Una cosa es que se visite un país obligado por la política exterior del Gobierno y otra cosa comulgar con sus desatinos.

OPORTO, PRIMERO

Dando una lección de descentral­ización, el Gobierno de Portugal ha decidido que los Reyes empiecen en Oporto su primer viaje de Estado a Portugal. En la bella localidad tendrá lugar la ceremonia de bienvenida oficial con la presencia del presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, y también la cena de gala preceptiva en todas las visitas de Estado, que tendrá lugar en el palacio de los Duques de Braganza, antiguo palacio real edificado en el siglo XV, situado en Guimarães y que durante la dictadura fue la residencia de verano del presidente Marcelo Salazar. En Oporto, los Reyes inaugurará­n una exposición de Joan Miró, serán recibidos en el ayuntamien­to, visitarán el parque tecnológic­o y el instituto de investigac­ión. Ya en Lisboa, serán atendidos por el primer ministro portugués, António Costa, y asistirán a la sesión solemne en la sede de la Asamblea.

Portugal es, junto a Francia y Marruecos, un país vecino de España y, además, donde la familia real pasó parte de su exilio. El rey Felipe ya no tiene los recuerdos que tenía su padre quien, en sus repetidos viajes a Portugal recuperaba el portugués, el idioma en el que mejor se expresaba, con el que mejor vocalizaba y con el que, curiosamen­te, podía improvisar.

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DANI DUCH El rey Felipe pasando revista el jueves ante el Congreso de los Diputados
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